Hace más de quince años que viene en los veranos y se ubica distante de la gente. Arriba a igual hora por la mañana y se marcha cuando el sol da los últimos suspiros en el horizonte inmenso. Varias veces, durante el día, se acerca al mar tranquilo y contempla las olas festoneadas por una cándida espuma, que se adentra a la playa, y por momentos, cadenciosamente le besan los pies.

Es un hombre un tanto misterioso. En su torso desnudo, puede apreciarse las marcas de una lucha cuerpo a cuerpo con el piélago de la vida.

Hoy, se acomodó en su silla playera y bajo sus párpados desapreció el mundo. Pero, salida de no sé dónde, una mujer simpática,  colocó su sombrilla transparente a dos metros de él.

¡Qué hermoso día!, ¿verdad, querido? Este lugar es paradisiaco, ¡no te parece! … Oh, discúlpame, mi nombre es Clarisa...

La miró y una bandada de soledades emigraron de su cuerpo. Solamente se atrevió a decir, vacilante: —bello día, si… Sebastián… Mi nombre… es Sebastián…

Esa noche, en la playa, al amparo de una hoguera improvisada,  dos almas abrían sus corazones con palabras llenas de vida; por momentos, se los oía reír como dos adolescentes.

Autor: Beatriz Teresa Bustos

Córdoba Argentina

Autorizo  apublicar la Obra :  En esperas del amor

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Respuestas a esta discusión

Muy buen relato

Un gusto tenerla en laantología.

Bienvenida. 

Beatriz Teresa Bustos, muy bello su relato. Abrazos desde Buenos Aires.

¡Qué bonito encuentro, Beatriz Teresa! dos almas que juntó el destino para acompañarse mutuamente, y así espabilar a la soledad. Un gusto ha sido pasar por tus letras. Saludos cordiales.

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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