Estaremos contigo a las dos.
Arribaré con mi niña
y hablaremos de todas nuestras cosas,
restituiremos el pasado,
como cuando teníamos visiones compartidas.
¿Recuerdas el reloj cruzado de las primeras citas?
Allí estaremos como en la hora en que los gallos cantan.
Haremos un hoz con nuestras manos
y la echaremos al viento,
para que regrese con todos nuestros sueños:
aquellas columnas de esperanzas
que una vez construimos.
Ya verás que verás
las nubes como nieves,
como lo hacía tu muchacha valvisdendana.
Oíremos los tres el murmurar del río
que le dio nombre al Insbruck de tus recuerdos.
Redescubriremos el jardín de Serrano
y el Faro de Moncloa.
Y hasta es posible que hagamos juntos
un Estado perfecto.
Recuerdo con alegría esas, tus palabras
y me vestí con mis mejores galas,
para reiniciar la vida.
El viejo reloj, aún cruzado,
midió mis esperanzas,
midió mis ilusiones.
Canté con todos los gallos
que fueron oportunos;
alargué los plazos,
conté las menudas
y largas hojas de los pinos.
Y llegaron las dos... y no llegaron las dos.
Roma, invierno del año 2018.
Comentario
Gracias por tu lectura, amiga Edith.
Gracias Aimée, por encontrar esas filigranas de amor en un poema triste.
Gracias Mamihega, por sentir mis palabras que quieren ser poemas.
Misteriosos encajes de versos
en las manos hacedoras del poeta,
nos dejan filigranas de amor,
creatividad y elegancia.
Encantada de disfrutar tu creación.
Hermoso
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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