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Un día me iré volando
sin mis pájaros poesía,
me iré sin sus alas, sin sus nidos,
me iré sin nada, como he nacido.
Mi recuerdo será solo polvo y vacío,
¡Ay, dejaré mi amado bohío!
Y mi amado desván, con tintero herido.
Un día mi aorta estará callada,
ya no habrá versos inspirados,
ni risas soleadas,
ni festivas palmadas.
¿Llorará alguien?
Quizás los montes, los ríos
o aquellos personajes ficticios
del baúl de mis letras.
Mi cuerpo en la losa mortecina
llorará por un agujero,
su dolorosa herida,
la herida
de no poder dibujar más versos
en esta lozana vida.
¡No me gustan las despedidas!
Su sabor amargo
me hace llover llanto,
y granizar nostalgia.
Pero es un mal necesario,
para dejar un manojo
de recuerdos
a los que nos quisieron tanto.
Un día sol poesía
con su lamparín de esperanza
dejará de brillar,
en su nota ausente,
en su azul escondrijo llorará.
¡Qué frágiles son los vestidos de la vida!
Un día nacemos,
y otro, estamos de salida.
Se quedan en esta tierra:
todas mis plumas
y sus lentejuelas,
mis sueños no logrados,
mi inmenso amor por la vida;
mis amigos y familia que me harán vigilia.
¡Adiós, hermosa vida!
Sabes que siempre fuiste
mi dama preferida.
¡Adiós, amigos!
Los llevo tatuados
en mi blanco corazón
de poeta.
¡Ay, cuánto me cuesta escribir
estás letras compungidas!
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados
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