Luna silenciosa
que ocultas tus encantos
mientras sueñas
con ese amor ignoto
y triste
que de día
recorre tus praderas,
y de noche
espía tu hermosura.
Mas no llega
a tus brazos,
quizá por temor
la luz se va escapando
lentamente,
la ausencia
se hace larga
y enorme el infinito.
Las perlas en tus ojos
se amalgaman,
la nieve en tu pelo
se hace escarcha,
la fuerza de tu amor
se recrudece
y el dolor inunda
tu mirada.
Marta Elena Díaz Petenatti
Comentario
Muy buen poema estimada poeta, gracias por compartir.
Seré muy crudo, aunque, absolutamente veraz: ¡no hay Amor sin Coraje!, y en tu poema, Marta Elena, no veo ni avizoro esa condición "sine qua non". E iré aún más allá, amiga mía, al decir que quien se anima tiene todo lo que quiere, anhele y sueñe. ¿La razón que respalda mi osada aseveración?: los temerosos no son felices, y es que solo se conforman con muy banales placeres, de esos que asumo gozar de cuando en vez, obviamente (y aquí la dejo picando... ). Sé que hablo de la razón clave de la frustrada dicha de una importante mayoría de Seres Humanos. Cualquier réplica, tuya o de quien viniere, será un desafío que asumiré con gusto. ¡Ya ehtoi chaireando, chamiga!
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