Secreto íntimo.

 

 

La celosía de madera quedó entreabierta,

miro la llanura de los días amanecidos

en donde el candil mágico de tu mirada

inunda la estancia de tu morada

con pequeños fulgores azul ambarino.

 

Hoy que la distancia se esfumó,

como viejos alcázares

que sucumben ante el tiempo,

he regresado al instante primario

de mis imperfecciones rutilantes.

 

Hay más, más de lo que a simple vista se observa

y es la grandeza de la raíz que me sostiene,

por siempre esculpida por la sangre purpurina

que corre veloz cada vez que pierdo la mirada

en tu distancia, que es la ambrosía, de espejos ya extintos.

 

El vergel de mis manos acaricia la tierra prometida,

mis dedos se trenzan alzados

ante tu mirada misericordiosa

en donde bendices cada centímetro

de mi cuerpo inhumano.

 

He fallado, he pecado, he ofendido

tus mandamientos,

la mejilla zurda fue retirada de aquella mano

que lastimó al corazón reprimido

quedando sin perdonar el ultraje cometido.

 

Injusticia que no es justa, pero ¿Qué delito es justo?

Más, la justicia sigue siendo ciega

ante las aberraciones cometidas

sobre aquella pequeña infanta

que nació de mi vientre deseoso.

 

Dudas razonables reflexionó el gran jurado

de la vida y la muerte que liberó al disoluto

que abusó del retoño femenil

dejándolo impune a vista y paciencia del mundo.

Regístrese y publíquese.

 

Sigo con mis manos trenzadas implorando tu perdón,

yo no he podido ni podré perdonar

el agravio cometido

que hace mella en las sienes por que un día

la justicia justificó, lo injustificable.

 

 

 

 

 

Cecill Scott.

©Todos los derechos reservados.

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Comentario

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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