ORACIÓN DEL ALMA EN NECESIDAD

[José García Álvarez]

Oración del Alma en necesidad

 

¡Oh, Profundo Dios, Tú que siempre velas,

cuida de mi Alma en este valle oscuro,

llénala de fe hasta su interno centro,

y, al mismo tiempo que mi ser consuelas,

injerta en mi pecho ese amor tan puro,

que pueda guiarme veloz a tu encuentro.

 

¡Cuánta amargura padece mi vida,

presa en un mundo lleno de ceguera,

que, loco de odio, Tu Amor ha olvidado!

¡Qué dolorosa y cruel se hace la herida

de mi corazón, en penosa espera

de aquella promesa de Tu Hijo amado!

 

Cuando, apartado de esta niebla impura,

quieto el sentido, libre el pensamiento,

traspaso el sueño con mi rogativa,

recibo, en consuelo a mi desventura,

la fuerza que alivia este sufrimiento,

al arder de gozo en Tu Llama Viva.

 

Dame ese apoyo que mi Alma conforta,

esa fuerza contra el Mal incansable

que muestra su encono en feroz porfía.

¡Oh, Padre mío, poco ya me importa

ese dolor, que llega insoportable,

con Tu aliento divino, cada día! 

 

         

 

[Trina Mercedes]

Hermosa oración que suple mi ausencia en  el encuentro bíblico semanal en mi sector, por constantes problemas de salud. Bendiciones.

[José García Álvarez]

Hasta aquí hemos llegado.

No pienso seguir dando conocimiento a quien no lo ha de menester.

Busca a otro como receptor de tus incongruencias.

No me marees, pequeño.

[José García Álvarez]

No es cierto, las Almas no son siempre puras, eso depende del nivel de conciencia. Hay muchos seres humanos cercanos al proceso larvario.

Es penoso comprobar el afán pertinaz por ridiculizar mis versos, que contienen un sentimiento interno muy personal. Sí que existen almas en necesidad; lo que ocurre, a veces, es que hay personas que creen saberlo todo, y así nunca podrán aprender nada.

El respeto debería estar presente ante todo. Erigirse en juez engreído es mala cosa. Esto se está perpetuando y creo que ha llegado la hora en que debe terminar. Las críticas, cuando procedan. A su tiempo y en su momento, jamás inoportunas, pues serán síntoma de un mal estilo. Aquí, todos buscamos lo bello ¿no es así? Alguien, que es amigo de juzgar, debería empezar él por su propia casa, pidiendo perdón a Dios, que no es una presencia atemporal, sino eterna. Con menos recovecos dialécticos, Cuauhtémoc, también vamos bien.