LADY Y EL CURITA
Autor: Eliseo León Pretell
*Poeta escritor peruano
“Ciudad Satelital”
Houston Texas, EE.UU.
CUENTO
En los primeros cincuenta años del siglo anterior, se dio una efervescencia hípica en América, básicamente en EE .UU y México por el norte y en Argentina y Uruguay en el sur.
Arabia ve un nicho fantástico de negocio por la necesidad de buenos caballos de carrera pura sangre en México, y EE.UU. negocia con Inglaterra.
Llegaban a las costas aztecas gigantescos barcos cargados de caballos listos para correr, potrillos en crecimiento, yeguas en edad para cría y sementales de las mejores razas.
Las ventas se realizaban en el sistema de subasta, al martillo en las mismas instalaciones del barco.
Los rancheros estaban pendientes de la llegada de los árabes, y con dinero en mano, entraban a la feria a comprar lo que necesitaban.
A una de estas famosas subastas, fue Don. Nicanor Iglesias Cataño, dueño del famoso rancho “El Romeral”
Al momento de salir de casa, no pudo deshacerse de su querido y único hijo “Mateo” de doce años, un amante a todo dar de la tierra y los animales. Él lloraba muy triste para que su padre lo lleve a la subasta. Él quería ver por primera vez un barco, con cientos de caballos de todo tamaño, quería ver la vestimenta de los árabes, su forma de hablar, tal vez algún camello que jamás había visto, un poco de las costumbres árabes, y sobre todo, cómo trataban y atendían a los caballos tan valiosos.
Ante esta escena de dolor, tuvo que intervenir el abuelito paterno de Mateo, quien tomando cariñosamente por el hombro a su hijo Don. Nicanor, le dijo: ¡¡Llévalo hijo!! Ya está grande, ya es tiempo que camine más contigo viendo lo que haces, verás que le hará muy bien y será tu mejor compañía.
Contento Mateo, esperaba en la puerta medio nervioso a su padre que en el fondo se despedía del abuelo. Salieron de la casa y Mateo girando, dio una mirada retrospectiva y se encontró con la sonrisa de su abuelito, dándole su bendición con sus brazos levantados.
Después de un largo viaje, llegaron al puerto, se instalaron en un hotel cercano a la feria de subasta, y después de comer, padre e hijo conversaron mucho de mil cosas, como nunca lo habían hecho.
Para Mateo era un sueño, ya quería presumir ante sus amigos de escuela y vecinos de su rancho “El romeral” todo lo que había visto en la feria de subasta.
Se levantaron muy temprano para ubicarse en primera fila, de donde podrían ver al ejemplar en subasta en todos sus perfiles.
Era un barco demasiado grande, como una ciudadela, y cargado de vida en la orilla del mar azteca. Mateo estaba atónito y medio perdido en este escenario, sólo imaginado por lo que le contaba su padre.
Ya con todo el público en su lugar, ingresa a pasos largos el “martillero” y ubicado tras su atril, levantó la cabeza diciendo: Señoras y señores. Esta es la subasta pública de la empresa árabe
“PURA CALIDAD” mostrando lo mejor de nuestra ganadería en caballos de carrera en todos sus estados, desde potrillos bebé, hasta caballos y potrancas listos para competir.
Señores: Pongan atención, esto es muy importante. De acuerdo a la ley de subasta, cerrada la compra entre el martillero y el mejor postor, el comprador retirará su prenda, de donde está y como está, sin ningún reclamo.
Entendido esto, doy lugar a la primera prenda de hoy. Es un hermoso potro semental de seis años, raza “berebé” en color alazán oscuro con una pata blanca y un lucero en la frente. Posee todos sus certificados de sanidad e importación a la fecha.
Precio base: 20,000 (dólares americanos) ¿Quién da más?
Allá lejos se levanta una mano: 20,500
22,000 gritó un anciano
30,000 grita una dama casi segura de llevarlo
Asombrando a todos surge una voz varonil de sarape habano con un sobre en la mano gritando: Son 50,000 dólares americanos por el alazán.
Se hizo un silencio sepulcral y volvió a gritar el martillero
50,000 a la una, 50,000 a las dos, 50,000 a la tres
¡¡VENDIDOOOOO!!
Se quitó el lazo que llevaba a la travesera Don. Nicanor Iglesias y avanzó hacia el impresionante alazán, abrazado de su hijo Mateo que lloraba de emoción por el hermoso caballo y orgulloso por la decisión de su padre.
Ese día compraron también una “yegua baya” para cría de la misma raza “berebé”
Quedaron dos trabajadores de la hacienda cuidando la bella pareja y Don, Nicanor Iglesias dice a su hijo: Mateo, vamos a despedirnos del árabe, así nos conocerá mejor para otra vez.
Se sorprendieron mucho, cuando ven al viejo árabe con una pistola en la mano apuntando hacia el suelo, y al acercarse más, ven con claridad le apuntaba a un potrillito bebé recién nacido. Mateo saltó instintivamente sin medir consecuencias hasta la mano armada, casi gritando ¡¡ No señor, no lo mate!! ¡¡Qué tiene!! ¿Por qué lo va a matar?
Nació enfermo y la madre murió al tenerlo, rezongó el árabe. Él también pronto morirá, no hay uno que se salve, replicó.
Véndanos señor, se lo compramos, suplicó Mateo. Usted diga cuánto cuesta.
Nada, no vale nada. ¡¡Llévenlo si quieren!! Pero ya.
Don Nicanor lo cubrió con su zarape (poncho) y mateo se quitó su chamarra de cuero (casaca) y cubrió su débil cabecita sin estabilidad todavía.
Lo acomodaron en la parte delantera de la tolva del camión de hacienda, junto al Semental y la “yegua baya”. Mateo y los dos trabajadores se acostaron junto al potrillito para darle su calor.
A medio camino, vieron el aviso de una veterinaria y bajaron para pedir al Dr. lo evalúe y vea que se le podían dar de alimento.
Lo auscultó el especialista y en vez de recetar algo dijo: ¿Cuanto falta para que lleguen a su rancho? Unas dos horas, más o menos respondió el patrón. Está muy débil y le falta el acercamiento de su madre, no les quiero asegurar nada, no corran, necesita reposo.
Le voy a inyectar alimento, pero aquí vendemos un biberón y le pondremos una leche especial, ojalá quiera y pueda lactar el algún momento.
Avanzaron con fe y llegaron cuando ya amanecía y se iba iluminando el rancho “El romeral”
Salieron los perros y el abuelo a recibir al patrón y su valiosa carga.
Dios mío, ¡¡Qué belleza!! Exclamó el abuelo al ver al semental desperezarse en su nueva tierra mexicana.
Luego bajaron a la “yegua baya” y el viejo corrió a tocarle la frente, le miró los colmillos, le revisó las pezuñas y terminó dándole tres palmadas en el pecho redondo, señal de fortaleza y buena raza.
El abuelo creía que allí terminaba el cargamento y Mateo tomándole la mano le dijo: Ven abuelito, mira lo que hemos traído.
Ahí estaba el potrillito muy débil y no levantaba, o no podía levantar su cabecita negra como un azabache brillante y con un lucero blanco en la frente.
¡¡No lo muevan!! Ordenó el abuelo
Entró en su cuarto de herramientas y sacó un pico y una pala, luego llamó a los trabajadores, llevándolos hasta las caballerizas y les señaló un lugar entre el estiércol de los animales.
Caven urgente un hoyo rectangular de unos ochenta centímetros de profundidad, un metro de ancho y 1.50 de largo ordenó con urgencia.
Por lo blando de la tierra, todo se hizo muy rápido y fue el abuelo hasta el camión para ver que conduzcan al potrillito hasta el hoyo con muchísimo cuidado. Lo depositaron lentamente de costado en el hueco, acomodando sus patas flexionadas en posición de descanso. El abuelo fue arrimando lentamente la tierra con olor a establo y ligeramente húmeda, hasta cubrir todo el cuerpo del bebé, solamente dejando libre su cabeza y parte de su cuello. Allí el viejo le daba palmaditas suaves sobre la tierra, pronunciando algo mágico e inaudible.
Mateo le hablaba con mucho cariño y lo acariciaba prometiéndole mil cosas si llegara a ponerse bien. En eso ve que su padre se acercaba a la caballeriza acompañado del “señor curita” del pueblo. El patrón lo traía para bautizar al nuevo semental, a la “yegua baya” sin pensar en el moribundo “potrillo bebé”
-El semental quedo con el nombre “pajarito”
- La “yegua baya” con el nombre de “la bandida”
- El potrillo bebé se quedó sin nombre, el cura dijo: Si acaso vive, después veremos eso, sin darle mucha importancia.
Después de tres horas, el abuelo comenzó a retirar la tierra que envolvía al potrillito y le fue acariciando con el biberón los labios temblorosos sin encontrar respuesta. En ese momento, justo entraba Mateo y quiso hacer lo mismo con el biberón. De repente el potrillito empezó a moverse como queriendo sacudirse y para no creerlo, tomó la teta y lentamente comenzó a succionar con más fuerza. El abuelo abrazó a Mateo y no sabían si reír o llorar de alegría. No terminaba ese abrazo de abuelo y nieto, cuando ven que el potrillito ya se incorporaba afianzándose en sus largas patas temblorosas.
Llegó el patrón y lo primero que preguntó fue por el potrillo enfermo. Vamos a verlo dijo el abuelo, para darle una sorpresa a Don Nicanor. Ya no tuvieron que caminar, el potrillito ya retozaba feliz por los pasillos de las caballerizas.
Ahora tendremos que traer al “curita’ para ponerle su nombre. Ya no dijo Mateo. Su nombre será: “el curita” no sé porque, pero me gusta.
Y así quedó “el curita”
Así pasaron los días y luego dos años. “el curita” iba creciendo en una forma impresionante, convirtiéndose en la atracción y envidia de los que nunca faltan.
Justo a sus tres años, se le comenzó a poner algunas mantas ceñidas sobre el lomo, como para que se vaya familiarizando con algo sobre él.
Todo hacía pensar con certeza, sería un caballo sin igual en cualquier pista.
Llegó el momento de montarlo y correr despacio con un caballo madrina al lado, hasta que esté listo para debutar en alguna carrera.
No había un jinete de fuste como para montar “el curita” y el patrón decía que es muy importante empiece ganando.
En ese momento México tenía a dos famosos jinetes de fama internacional: Chuy Guerrero y Chito Valenzuela.
Después de varios arreglos, fue Chuy Guerrero quien montó al “curita” y corrió contra “Lucifer” un tordillo de polendas, considerado el mejor del momento y montado precisamente por Chito Valenzuela.
El “curita’ ganó por muchos cuerpos y así empezó devorando rivales sin parar. Un año invicto, sin conocer la derrota, ya no importaba quien lo monte, todo estaba en el caballo. Es el mismo diablo decía la gente, a veces salía retrasado, como si lo hiciera adrede, para lucirse rebasando uno a uno y salir victorioso siempre.
Así como este “curita” sin igual en México y EE.UU. aparece una yegua blanca salpicada en Inglaterra, con el nombre de “lady” que devora rivales por doquier, sin comparación.
Enterado el orgulloso dueño de la hacienda “el romeral” hace gestiones para una carrera entre “lady” y “el curita” seguro de ganar y hacerse millonario de verdad.
Se fijó la carrera para dentro de 60 días y sería un domingo 22 de Diciembre en el jockey club de Copacabana. La expectativa fue muy grande y todos esperaban se pongan en venta las entradas para este evento sin par.
Para entonces, ya se había escrito muchas letras. La última estrofa de un corrido histórico decía:
Toda la gente compraba,
toda la gente apostaba
el domingo en la mañana.
Como a la tres de la tarde
se hablaba de diez millones
en esa Copacabana.
Parece en esos tiempos, no se tenía el cuidado de aislar a los caballos antes de la carrera y en la noche anterior al evento, llegaron a verse de lejos “lady” y “el curita”
Llegó el domingo esperado y todo era una loquera dentro y fuera del famoso Copacabana.
Entraron ambas estrellas al partidor y un disparo rompió el silencio de ese momento, dando inicio a la partida.
Salió el brioso “curita” tomando la delantera, y en el primer tercio, algo extraño ocurrió, que se fue quedando hasta ponerse detrás de la yegua “lady”
Continuó la carrera, total, eso siempre hacia “el curita” y después rebasaba sin problemas saliendo ganador.
Esta vez no fue así, no quiso ganarle a una dama y la dejó ganar intencionalmente.
Corrió el hacendado Nicanor Iglesias hasta donde paran los caballos después de la carrera y sin decir una palabra, sacó su pistola y le disparó dos balazos al “curita” Dejándolo herido de muerte.
La yegua “lady” tiró a su jinete y corrió hasta donde moría el “curita”
Comentan los que estuvieron cerca. La yegua se arrodilló junto al “curita” y ambos juntaron sus frentes dejando un río de lágrimas, que ya se confunden con la abundante sangre del “curita” en sus últimos minutos de vida.
Todo era un desconcierto, la gente se quedó muda, y fue otro disparo de pistola el que los despertó. Se acababa de matar el famoso hacendado, dueño del “curita” y el “romeral” Don. Nicanor Iglesias
El comentario que siguió después era, el curita se enamoró perdidamente a primera vista de la bella dama inglesa “lady” y el dueño de la hacienda: el “romeral” se jugó toda su fortuna, seguro de la victoria de su “curita”
Perdónenme: Estoy aprendiendo
®Es el canto del zorzal
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Oye bien: "No dejes de brillar, sólo porque a algunos les molesta los destellos de tu luz".
ELP
Comentario
Amigo, excelente narrativa con tu sello genuino y tu luz propia.
Lindo! Lindo!
Waooo que final...este cuento tiene muchos condimentos. Me gustó mucho. Agradezco el compartir. Un fuerte abrazo.
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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