EMIRET II

[Benjamín Adolfo Araujo Mondragón]

EMIRET II

Dame la luz del alba
para decir tu nombre
de golpe
lentamente,
y dame la luz de tu alma
para hurgar tus secretos
más íntimos y encontrarme
en tus labios,
tu pecho,
tu espalda,
tus piernas,
tus rodillas
y tu sexo de lluvia...

Quiero tener a puño en la garganta
la soledad intensa que he sufrido
para regar tus milpas con mi llanto
y hacer florecer amores escondidos,
ocultos, obcecados:
tercos como tu pelo
que se enreda en mis recuerdos
y en mi vida,
distante y tan presente;
como el pasado inherente
a tus futuros...

 

 

Dame la luz del alba

para quitar de mi alma este eclipse

y remontar la vida,

para desbaratarla ante tus pies

y enseñarla

a

ofrendarte

todo lo que la naturaleza nos ha dado

para que tus azules ojos

cuenten, tienten, titilen,

y

fosforezcan

en tus gratos momentos de alegría.

 

En fin dame la luz

de tus ojos azules

para ponerle brillo a mis caminos

para no tropezar

y poder verte

completa, a mí ceñida,

como una enredadera

que ha caído en su cenit

para evitar perderme yo,

perderte a ti,

perdernos;

oh mágico crisol de tu mirada

que alumbra el porvenir

y lo recrea.

 

 

Crisol

muy mañanero

tu mirada;

estela que cubre

el cielo de golpe y de repente.

Tu mirada es la luz

que aquí apetezco

aunque luego sea ella

la que me recrimina

sin palabras:

tan solo un palpitar

de tus pestañas

y un sentido

llamado a la alegría

y esos tus ojos

color de colibrí

alegran el corazón

que te sonríe.