DONJUÁN DE OTRO SIGLO
Prólogo al libro de Pablo Narval Cartas para inventarnos. Lucía Alfaro. 2014.
Al diablo la costumbre de esperar
y callar lo que de amor a amor
nos vuelve ciegos.
Pablo Narval
De “A Song for you”
“Soy apenas un mortal enamorado de tu arcilla”. Nos dice Narval desde su afán de confesionalidad amorosa, la que nutre este poemario de principio a fin. Pero, ¿qué es esa arcilla que moldea las manos del poeta? Pudiéramos ponerle un nombre de mujer: Ana, Helen, Adriana, María: o quizá pudiera ser algo más abstracto: amor, viuda, poesía, tiempo o eternidad. Aunque sabemos que ninguna metáfora describe con justicia el amor, por eso cuando Palo me pidió que trazara estas líneas para su primer libro, pensé en dos aristas que creo son parte vital de su esencia: su poesía y ese romanticismo que hasta hoy lo ha caracterizado, Romanticismo que tantos han intentado matar desde finales del siglo XIX, sin embargo, ¿por qué cada vez que nace un verdadero poeta volvemos a sentirlo? ¿Habrá alguna pócima, alguna pastilla, alguna transfusión que pueda curarnos del mar de amor? Alguien dijo que el romanticismo es incurable, y peor aún, altamente contagioso:
Cuando me acaricias
me vuelvo cómplice de tu tiempo,
del ansia que busca con ansias
aferrarse a tus latidos.
De “Devoración nocturna”, p. 37
Por eso Carta para inventarnos nos despierta esas ansias de enamorarnos y enamorarlo todo, de conquistar lo inconquistable: el poema como símbolo de la vida, del amor en sus dos caras antagónicas y complementarias:
Como contrarios signos de interrogación
nos abrazamos más
para volvernos respuesta en el silencio.
De “Abrazados”. P. 8
Es así como este nuevo Pablo que ha inventado el poeta encarna el arquetipo del donjuán cercado por el olor a muerte del torero, por la impostergable necesidad de amar del demiurgo, que busca su poema recóndito en la almohada de la amante:
Tú no conoces que soy un dios
inventado por tu almohada.
En la puerta te dejé colgada mi alma,
tómala,
que a tu sombra le falta claridad.
De “La longitud morena” p. 41-42
Donjuán de otro siglo, de un siglo incapaz de concebir la esencia, el canto, la locura y el dolor del poeta. ¿Es que no sabe este siglo inmerso en la respuesta fácil, que también produce, entre los transeúntes y jóvenes que viajan en los buses, seres que aman todo lo que tocan sus ojos, que todo lo transforman en pequeñas galaxias o gotas, y las retornan a su verdadera dimensión?
Porque los buses no esperan a los besos
y solo son pasajes abiertos al destino.
De “Entre la noche y la ventana” p. 36
¿Acaso tus ojos
no guardan el color definitivo del poema?
De “El origen de tu boca” p. 39
Cuando nace un poeta como Narval, y lanza al aire sus cartas o primeros poemas, el fantasear no es una salida fácil, es un encuentro imprevisto con una verdad ontológica: todas las máscaras se caen y el antifaz retorna a ser su verdadero rostro. Por dicha, y para deleite nuestro, la poesía se reveló y las musas no pudieron resistirse:
Pero hoy,
Hoy tan solo quiero ser poeta
besando hasta la última sombra
de tus caderas.
De “Tríptico! P.12
De esta manera la mujer convocada, la ausente, la que llega, la que inventa el poeta ara su conquista dadora, la doncella y la mujer adulta, la imposible y la que cedió el espacio para el beso van conformando el otro universo del poema, el arquetipo de la musa gozosa y la doliente, la contraparte que en su sombra y en la luz del espejo asoma su caricia. Es a veces la combatiente, la artesana, la cómplice que sueña pegada a las vitrinas de esas otras galaxias en las que el poeta se realiza:
Pero aún no ha besado
esta sombra que soy
más allá de tus labios”.
De “La línea indescifrable” p. 15
Encontraremos aquí un alto roce de erotismo que viaja en un nosotros como única huella hacia el inmanente destino del abrazo:
Démosle a nuestra piel
el viaje más imperdonable de los tactos.
De “Entre la noche y la ventana” p. 35
El erotismo planteado en este libro se asemeja al surco de una concha que conquista los misteriosos ecos de la amante que somos más allá de los besos:
¡Ay!
y mi boca de otoños
se vuelve violentamente amarilla
entre tus labios.
De “Sencillo laberinto” p. 23
Porque al fin y al cabo toda mujer es un misterio por resolver, pero ninguna mujer le oculta nada a un amor verdadero y entonces el milagro del amor que no conoce edades nos conquista:
Pero creo en el milagro que no huye,
creo en mi juventud para besarte.
(…)
En tu automóvil
quedó Sabina comprendiéndome,
y quería una guitarra para acompañarlo
y conquistarte.
De “A Song for You”, pp.49-50
Pablo Narval nos conquista con un primer poemario de amor, inusitado a veces, metafórico, revelador más, pero también acude al coloquio como recurso para llenar una necesidad de comunicación que ha de trascender el acto cotidiano del dialogo:
¿Dónde vives?
¿Puedo acompañarte con un poco de silencio?
¡Ah!, desconocida de la luz,
durante el camino
te hará un poema de barro,
tan de barro,
para tocar tu cuerpo.
De “Desconocida de la luz” p-44
Un poeta que sabe entregar la prístina emoción de sus vivencias al lector es como el amante que se plantea el fin ineludible de dar placer. Y en Narval se cumple la consustancialidad del yo y del tú entretejidos o en una palabra que evoca el santuario de la búsqueda de Dios, aunque sea para dejar el misterio de la vida inconcluso, y develar la esencia de la complementariedad, de nuestra completud en el otro:
y pude ver que el amor
es un sueño de Dios
extraviado en tu mirada.
De “La longitud morena”, p. 42
Y en su nombre, en el Dios y en el del poeta, se inventa un camino, que no podemos alejar de nosotros, cuando se cierren las páginas de este libro:
Me llamo Pablo, me llamo Pablo
para tus brazos,
tu corazón
y tu sueño.
De “Me llamo Pablo” p. 48
Esto nos dice el poeta casi como pidiendo auxilio para seguir alucinando con el amor y su idea de perennidad. No sabemos si en su camino encuentre otras aristas menos dolorosas que la mortal caída de los besos. Es que acaso debe morir la metáfora para que sobreviva el poeta. “Porque olvidar el amor / es mentirle a la muerte” (de Apología de un delito”, p. 22) nos dice Narval.
Lucía Alfaro, 2014.
Foto: Pablo Narval en una lectura.
Pablo Narval, Ronald Bonilla, Lucía Alfaro, la Ministra de Cultura Silvye Durán, las poetas Laur Gómez, Julieta Dobles y Marianela tortós Albán.
Foto Lucía Alfaro.
Comentario
Gracias, Lili, abrazos
Excelente
Gracias Ronald
mary
Gracias, amigo Benjamín, lo haré, abrazos
¡Muy bello prólogo de Lucía Alfaro al libro de Pablo Narval; gracias por compartirlo, Ronald Bonilla!
Felicítala...
Gracias, Aimée por complementar este escito con datos del joven poeta costarriense, que m´s recientemente ha publicado Una mosca en la crtina con la EUCR y Así comienza el mundo, con la Editorial Stucurú, abrazos
Un poeta que sabe entregar la prístina emoción de sus vivencias al lector es como el amante que se plantea el fin ineludible de dar placer. Y en Narval se cumple la consustancialidad del yo y del tú entretejidos o en una palabra que evoca el santuario de la búsqueda de Dios, aunque sea para dejar el misterio de la vida inconcluso, y develar la esencia de la complementariedad, de nuestra completud en el otro:
y pude ver que el amor
es un sueño de Dios
extraviado en tu mirada.
Esto nos dice el poeta casi como pidiendo auxilio para seguir alucinando con el amor y su idea de perennidad. No sabemos si en su camino encuentre otras aristas menos dolorosas que la mortal caída de los besos. Es que acaso debe morir la metáfora para que sobreviva el poeta. “Porque olvidar el amor / es mentirle a la muerte” (de Apología de un delito”, p. 22) nos dice Narval.
Interesante entrega, que nos acerca a la vida y obra de Pablo Narval.
Un placer conocer de su obra y de su riqueza poética.
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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