Te pienso como un condenado a muerte;
ya entregado a su suerte, por extasiarme
en el suspiro encarnado de mi suerte,
porque te pienso y te siento en mi pecho,
entonces me digo a mi mismo: te quiero
En mis noches te conviertes en mi desvelo;
al cual te palpito hasta el dulce amanecer,
y es entonces que recobro mi alegría
porque te miraré dentro de mi fantasía,
diciéndome a mi mismo: te amo
Cuando ha transcurrido el cronológico,
como una vertiente de espuma difusa
dejando el corazón descarnado; en el río
de ausencia, me digo esto no es lógico
y es entonces que digo: te adoro
La celestialidad me visita en tu ausencia;
pero con firmeza le digo: ya no sigas
ni te esfuerces, acaso no te das cuenta
que ella es mi paraíso, mi eternidad
y mi premio a esta vida: porque te añoro
Entonces con decoro y con bríos renovados
dejo la puerta abierta del suspiro engalanado.
Es que razono en un tono azulado y afiebrado;
dentro de una lírica esperanza porque a tu lado
quiero estar: fundidos en el amor precioso
Es que me niego a olvidarte; si vivo para pensarte
de una o varias maneras, todas esquirladas
en la belleza irradiada en esa sonrisa sin prisa,
dejada con sabor a ya regreso; espérame
Ven mi vida; te amo, te adoro, te añoro
y en el último verso de esta humilde inspiración
hago puño mis manos, para hacer fuerza
por verte en el menor tiempo posible,
porque si tu no regresas, que será de mi
Nelson
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