Queremos y deseamos sentir de nuevo, ese olor, esa subida de adrenalina, ese placer, fragancia, gusto, amor, felicidad, esa delicia que nos acerca a la divinidad y que nos transporta a esa sensación de estar hablando o cerca de Dios, que no solo no hemos olvidado, sino que no cambiaríamos por nada.
Desde ese fantástico día que descubrimos y sentimos esa maravilla, seguimos y seguiremos adelante con nuestra fe indestructible y que por muchas dudas que tengamos, no nos abandonará nunca, porque la dejamos entrar en nuestro corazón y ahora vive en nuestra alma inmortal.
Comentario
Exactamente, así como lo describes, nos sucede.
Muy bien expresado.
Gracias Beatriz Graciala por tu comentario. Un cariñoso abrazo.
Gracias Jesús Quintana. Tu comentario también enriquece tu persona y la pagina.
Hermosas imágenes en este texto "Para quien lo entienda" y te digo...No hay nada que entender (a mi criterio) hay que sentir los escritos. Felicitaciones!
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