VINO EL LLANTO DEL OJO DEL CIELO
Su guitarra volvió a tener las cuerdas,
esas que se habían roto por las penas,
tuvo de nuevo luna su penumbra,
y se endulzó toda su amargura.
Su alma ya fue una lampara de luz,
la ponzoña no le hizo daño,
se repuso su tierno amor mellado,
y dejó su indiferencia de piedra.
Otro amor quitó sus quebrantos,
que vivían en sus entrañas,
vino el llanto del ojo del cielo,
y muy fértil se tornó su tierra.
Las gotas de agua eran perlas,
que sonaban en la hojas,
y semejaban una liquida sinfonía;
así la felicidad retiro su tristeza.
J. Jesús Ibarra Rodríguez.
México. D . R .
Comentario
Jesús,
Un dejo de melancolía en tu poema...
Saludos y bendiciones!
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