Primavera en tierra baldía. Las sombras. Las ramas
de los árboles se sacuden como un pájaro grande,
amarrado. Cada libro escolar despide un cierto olor
a números de estadísticas. Las partículas de cal
tiñen el paisaje. Lentamente. Alguien dibuja venados rojos,
echados o peleándose, bajo los árboles. De golpe el fondo
del río se ilumina. Circuitos, halografías y
siglos esculpidos sobre las fachadas de las casas. De golpe
salta un gato del capó, con las patas pintadas de blanco.
Casi frases. Barridas por el viento.
Venados rojos
veo salir en tropel
de la tierra baldía que contemplo,
y mis ilusiones renacen
y se emponzoñan con candor
de niño con juguete nuevo.
Es temprano para soñar despierto
pero tenemos tantos goces
pendientes en nuestros corazones
que permitimos que las ranas
de nuestra mente escapen
de la tierra baldía de nuestro sueño
y se incorporen a
los sueños ajenos.
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