Si para domar este anhelo ardiente,
falso, imposible, vano, temerario,
y escapar de un peligro tan contrario,
que es fingirme creyente lo que miente.
He de buscar en ti lo que no siente
tu corazón ingrato y solitario,
y adorar una sombra de un sudario,
que es burlarse de Dios y de la gente.
¿Qué premio espero yo de tal locura?
¿Qué bien puede nacer de tal engaño?
¿Qué paz puede gozar mi desventura?
Solo el dolor, el llanto y el daño
son frutos que produce tu hermosura,
y el fin de mi ilusión, mi desengaño.
Natuka Navarro ©
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