En la ciudad de asfalto y cemento,
caminando voy sin rumbo fijo.
Mi alma, perdida en un mar de lamento,
busca un rayo de luz que le dé brillo.
Sigo adelante, sin paz ni consuelo,
anhelando encontrar mi destino.
A mi paso, veo un árbol viejo,
cargado de historias y de cariño.
Pero mi corazón está herido,
de tanto amor que ha sido traicionado.
En mi camino, no hay alivio ni sentido,
solo dolor, que me ha dejado anclado.
Sin embargo, a veces, una brisa amable
me acaricia el rostro y me da la paz.
Y me detengo, ante un paisaje admirable,
que me llena el alma de felicidad.
Entonces, mi corazón se detiene,
y recibe la belleza con alegría.
Y en mi alma renace la esperanza,
de encontrar un nuevo amor algún día.
Natuka Navarro©
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