El amor es eterno

de nuestro compañero de letras Rolando Perera

 

Te dejé un día sola

y cuando regresé sollozabas en llantos.
Te dejé un mes

y continuabas esperándome en todo tu caudal de llantos
Te volví a dejar un año

y todo el siglo vivido

y al regresar no sólo tus lágrimas
habían convertido en ríos todo el camino recorrido.
Sino que aún como desde el primer día,

aún esperabas por mi regreso en nuestra alcoba de arrebatos,

esperaba por mi pasión, mis movimientos.

Esperabas que entrara cien siglos más por dentro

de todos tus rincones de tu cuerpo,

hasta saciarte así sin parar miles de siglos más

y escuchar los gritos de alegría que me hacían vivir cien siglos más.

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