Sonaban las campanas, dolientes y lejanas,
y afuera la brisa, helada, se llevaba,
de mi boca la risa, de mi alma el sosiego,
se acercaba la noche, trayendo el aguacero.
Eran notas agudas, viniendo con el tiempo,
eran como presagios, ocultos en la nada,
se escuchaban afuera, casi como lamentos,
se caían las horas, como hojas al viento.
Allí en la penumbra, esperaba sintiendo,
mil cosas que cruzaban por su pensamiento,
sentía el ambiente, lleno de preguntas,
sonaban campanas, a presentimiento.
Como en una queja, preguntaba al viento,
por que en la oscura noche de silencios,
las almas guardadas en el aposento,
parece que escapan hasta el firmamento?
Sin tener respuesta, se pierde en la noche,
suspira muy hondo, y endereza el cuerpo,
espera con ansia que llegue el momento,
de saber por quien eran sus lamentos.
De afuera seguían llegando las notas,
de aquellas campanas funestas, y tristes,
presagiando muerte, como una derrota,
perdida batalla, de la que hoy no existe.
Eran para ella, las viejas campanas,
llorando sus cantos en la madrugada,
así presintiendo, se fue en la mañana,
y supo por quien tocan las campanas.
Gladys Alvarado copyright © 2012
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