¿Recuerdas,
cuando Gustavo Adolfo nos acompañaba?
Éramos felices
solo con las miradas.
Pensábamos en un mundo
en donde todo nos sonreiría,
superados los primeros escollos
de la relación.
¿Qué somos hoy?
Oímos la voz del otro,
a veces, para contestarla;
otras sin intención
y nuestros pechos
contritos por tal cosa
piensan que estallarán
en pocos días.
¿Qué seremos mañana?
¿Náufragos de la vida?
No. Amor.
No debemos ser eso.
Comentario
Muchísimas gracias a mis amig0s María Beatriz, Aimée, Delia Pilar, Hugo Mario, Benjamín Adolfo y Críspulo, por penetrar en la estructura profunda de mi poema y verter vuestros laudables comentarios. Un abrazo más que cordial.
¡Reflexivo poema, Luis!
Así es, Luis, al amor en ciertas ocasiones lo va deteriorando la rutina, lo va desgranando el tiempo inexorable, hasta que solo queda un remedo de lo que fue en su comienzo. Hay que avivar su fuego en la medida que sintamos que se va agotando... Muy hermoso tu poema. Fue un placer la lectura.
Felicitaciones y gracias por compartir. Un saludo desde mi patria, Argentina.
Agradezco compartir, estimado Luis, estas meditaciones que invitan a una saludable reflexión. Disfruto siempre de tus creaciones, mismas que compartes con tu habitual generosidad. Abrazo sureño desde Argentina y hasta donde estés, querido poeta y Amigo. Sigamos creando a nuestro modo el mundo que soñamos desde nuestra niñez.
Letras que son muy ciertas grandiosamente admirado Sr. Gonzaga!
El amor a sus inicios se da encantador, todo lo puede, todo lo resuelve, con el tiempo así como nuestro cuerpo, el sentimiento de igual manera va cambiando, no precisamente para mejorar y aquí viene el bello mensaje que usted nos da, EVITAR que se deteriore ese hermoso sentimiento, que sin querer va rodando al precipicio de la rutina.
No hay ningún sentimiento que pueda traer abajo ese GRAN AMOR, pero la RUTINA, la COSTUMBRE es la única que podrá lograrlo.
Muchísimas gracias por sus bellas letras, escritas con gran asertividad!
Un placer inmenso leerle!
Lo que fuimos, lo que somos, lo que seremos.
Laberintos de interrogantes que acompañan nuestros azares por la vida.
Y el tiempo dejando sus huellas entre recuerdos que pernoctan y nos acarician el alma.
¿Qué seremos mañana? Es tan incierto el sendero y tan hostil el presente, que sólo nos queda esperar con ese hálito de amor que prende la esperanza. Por ahora somos sobrevivientes.
Gracias amigo por tan sugestivo compartir.
Un abrazo cordial.
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