Cuando a mí llegaste un día
con dulce talento enamorado
sentí un suave frescor bendito
como de las norias del cielo
que a lo perfecto dan de beber.
Me creí la ninfa primaveral
y las blancas mariposas nuestro
enlace anunciaban nupcial…
¡Cuánto apena que no posan ya
en tus labios al pasar!
Un miedo inmenso me hiciste sentir
con tu fría conducta repentina:
¿Por qué me pones en la puerta del otoño
y me sajas el ombligo del desengaño?
¡Qué duro es el hueso de mi corazón!
¡Ay, tu evasión abate mi amor embebido
de embullo verde!
Yo no creo que seas capaz
de negar esta flor a la vida
que endulza tan bien las palabras
y me hacen mujer plena y melosa.
Volverá la ninfa madrina
a posar en tu boca _y a libar,
y así nuestra enlace anunciar.
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