Disertación en la presentación del poemario de Marianela Tortós Albán, “Mar de día, Mar de noche, Mar de siempre.”Sucedida en Paraíso de Cartago. 2017

Marianela Tortós Albán anda trajinando por la poesía desde niña, desde esos lares turrialbeños que dejan el acantilado de la montaña para absorver el verde de las llanuras, con su madre pintora y el acervo de los poetas de su familia y su pueblo,  y luego, con su bajada al Paraíso, esta comarca pueblerina que se arrecostó entre las faldas de dos volcanes y otras insurgencias, y que la acogió para que ella se convirtiera luego en la gestora impulsadora de poetas y traedora de las voces de otros pueblos del mundo. Ella viene apostando hace tiempos por la poesía, no solo como catarsis personal, sino como por los brotes de su revelación, y así como es su poesía, manantial fresco aunque pase por el dolor y la angustia,  es ella,  pura agua del manantial que baja de la montaña, como decía el cantor. El mar le ha quedado un poco más lejano, pero su huella de significados hondos siempre la ha llamado, de día y de noche, en sus momentos de plenitud y sol, y en los momentos de luna y melancolía. Por eso este poemario une al mar en sus dos paisajes, la oscuridad de frondas que también son apacibles si se les mira desde el sitio del amor, y la claridad de la piel que se impregna del paisaje luminoso de su propio ser, que está aquí, adentro y afuera. Esta significancia bipartita: el día y la noche con el mar, no como fondo sino como protagónico ser que bulle siempre, sirve no solo como ambientación, sino como vivencia profunda para dar cobija o desnudez al amor. Pero el amor desde el metalenguaje, porque eso es este libro: Eros deambulando con el destino de ser palabras que se encuentran y se desasocian, que se aman y desaman, eternamente. El metalenguaje no es un llamado a la inspiración, es la práctica de la palabra poética en el yo lírico y en su contraparte complementaria a veces, un tú lírico poeta, que se enciende a su lado o yace lejano para provocar las heridas. Por eso el primer poema, asume los destinos que viajan por los versos: “Es de noche, amor, / y aquí estamos rompiendo un verso y otro…”. 

Y luego:

“Yo te digo ahora
que tu verso y este verso mío,
fundidos  de destino,
han sido siempre el destino…”(Abriendo el destino)

 

Y así se marca lo inexorable del camino del poeta, de los poetas, que como disyuntiva, también han de compartir trazos del periplo de vida, no importa cuál sea el resultado: en el libro, la noche ha de significar, el desamor y la ausencia, pero no para perderse en el dolor sino para la búsqueda de una nueva resurrección. Por eso el poemario concluye en la esperanza, y el tú se desdobla en él que ha de quedar, como cicatriz que se va borrando:

“Algún día tendré danzas
desterradas de la angustia
y ya no será estupor
la fotografía infiel de su espalda
hecha bofetada en mis mañanas.

 

Y buscaré el amor...
el de los cuentos de hadas;
y encontraré el amor...
el que en verdad perdure.”(Juramento)

 

Y luego, la enseñanza: “Así, quizá solo así, /comprendas entonces /la blancura transparente del amor”. (Ropa blanca)

 

Bueno, muy pronto reseñé el final, para que la temática del texto que nos ocupa, quede ya establecida e ir ahora, a otros trances del poema. ¿Cómo se logra la significancia y el traspaso de la vivencia del poeta al lector?, y en esto he de demostrar, que estamos ante una poeta madura, que aunque cometa la flaqueza de amores inservibles, al decir de Rodrigo Quirós, comete el más hermoso sueño de creer en el amor y entregárnoslo con fuerza, con luminosidad, con táctitas y estrategias, con el conocimiento que emana de haber aprehendido a hacer los poemas, y no solo poesía, como tantos otros que pululan dando ramalazos de verdad y belleza, en medio de mayoritarios versos que van al olvido de los basureros… ahí, perdone, por si alguien se siente aludido.

 

La poeta habla del poeta, no es un pequeño dios, al decir de Huidobro, es un dios inmenso en sus grafitos, (ver el poema Al poeta) toda su disertación lírica pasa por el tamiz de una metaforización esencialista, pero a sabiendas de que la estructura del poema debe estar hilada, emerger de la sabiduría para que la inteligencia albergue la desbordada inspiración. El tejido del poema pasa por una cuidadosa elaboración, estoy seguro de que no consciente, que nace de la propia sustancia de que está hecha la voz de Marianela Tortós. Por eso es importante deslizarnos no solo por las imágenes, sino por los puentes, que van dando hilazón al texto: “Ahora entiendo…”  “te suben los universos…” “Pero no sabes lo que yo veo:…” “Y esto no lo digo…” “Eres el dios multiplicado…” Para culminar:

 

“Y aunque no lo sepas,

aunque ignores ser el dios

de esta palabra pulsante,

avivas punto a punto

la levedad de mis alas fugadas a tus ciudades,

abarrotadas de aguaceros.” (Al poeta)

 

Quizás pido disculpas, pues no quería viviseccionar el poema, sino hacer conciencia de una construcción, de un discurso hilado, que sin embargo tiene un propósito metafísico, revelativo, a través de las instancias metafóricas como se percibe en la última estrofa de este poema que he reproducido completo.

 

Así en el tercer poema del Mar de día, el primer verso, una estrofa para él solito, se concluye en redondez con los tres últimos. Y esto sucede parecido en los subsiguientes, dando al lector poemas concluyentes, que sin embargo, por la magia de la palabra poética en relaciones inesperadas, siempre nos dejan un espacio para la reflexión, para que cada lector haga su lectura y concluya el poema, como de hecho sucede.

 

Luego llegamos al poema Azules invenciones, un suave erotismo lo transforma todo, si antes el amor era desatado por la metapoesía que clama por nacer para significar el acto creativo e intuitivo, ahora la sensualidad se reviste también de ternura, el ser femenino asume también su papel de madre universal, en su relación con el amante:

 

“Las inventé para decirte (se refiere a las sábanas)
que si quieres un día descansar
sobre la espuma inaudita de mis días,
vengas,
sin ruido,
y te acuestes.”

 

Sin duda estamos ante un gran poema de amor, me refiero a todo el poemario, donde lo erótico se toca con dulzura, no es una provocación apasionada, es una comprensión tierna del yacer juntos, en el poema y en la cama, en la cocina y ante el paisaje.

 

Bueno damos por demostrado el hecho de la contundencia de esta poesía, destacando este final de un poema de amor existencial, que pasa por el Carpe Diem, ahora sí desde la pasión:

“Si no fuera por ti
-amor del aire que eres para mí-,
si no fuera por ti,
debería morir de nuevo...
pero ya no es necesario.” (Batallas)

 

Los mejores versos de la tradición castellana resuenan ahí, y eso es otro elemento a destacar, originalidad en la creación de  imágenes sin caer en los desafueros del surrealismo, pero también asentamiento en lo mejor de la tradición. Veamos otros ejemplos:

“Yo solo presiento olas

limpiando mis pies de aguacero:

la única sombra que ya no soy

al fondo del mar y el silencio”. (Calma)

 

La primera imagen es personal y de un coloquialismo cotidiano, el tercer verso nos remite a la tradición conceptual, y el cuarto a la vanguardia metafórica al estilo nerudiano. Lo importante es que todos los elementos se confabulan para dar la voz propia.

Y aquí de nuevo; lo espontáneo vivencial en la contemporaneidad de la mujer (vanguardista en el decir) se devuelven en versos de una sencillez cotidiana de poesía pura, de acuerdo a notas modernistas:

“Esta oblicuidad de repararme
en sesenta minutos
como creando el mundo
fresquecito nuevamente en tu aliento.”(Fantasía)

Y en estos otros versos, la imagen construida con las sensaciones, la metáfora que se establece con el mar desembocado, recurre al paisajismo que remata con el concepto de la liviandad, en un trance de poesía trascendental:

 

“…sola:
acordeón de ondulaciones,
mar desembocado,
para morir hecha lago
sobre la sábana asustada
de tanta liviandad.”(Momentos)

 

Es decir, donde los símbolos de la naturaleza son resignificados por los procesos interiores del yo lírico. Con la originalidad de las siguientes imágenes, concluyo esta otra breve tesis de una voz propia, bien nutrida de la tradición, y a su vez hago constancia, que el erotismo tiene dos salidas: la ternura y la pasión, pero siempre signado por el amor, la búsqueda de la esencia del amor:

“Y es que abrir el ala empinada
desde tus manos a mi éxtasis
es rehacer cada estrella
en viceversa de mí misma
hasta la tregua de estas sábanas
que son nido del silencio.”

(Nido del silencio)

 

Estos dos aspectos: la construcción de poemas bien hilvanados gracias a una técnica aprehendida en la libertad de lecturas y en la sabia intuición, la originalidad consustanciada con la tradición, en metáforas, uso de sinestesias, paisajismo interiorizado, uso de tropos de diversas tesituras; le dan al conjunto bipartito una unidad basada en el estilo y en la manera de decirse en tanto mujer y en su relación con la otredad, un lugar especial para que se adentre en la psiquis del lector desde sus propias vivencias, porque el poeta, en este caso, la poeta, es la que canta mis silencios, lo que muchos no pueden hacer, pero sienten.

 

Y por eso, confirmándolo con los versos de la segunda parte: Mar de noche, es que decimos que no se alude al mar, sino al corazón, que es la memoria más profunda del ser humano, porque en este libro, Marianela Tortós, con los consabidos tópicos del amor y el desamor, el regocijo del encuentro y su contrapartida: la ausencia, nos está entregando el corazón, como una ofrenda, para que percibamos el nuestro. Y porque el corazón tiene sus mareas, sus resacas, sus tempestades y apacibles entornos, el poemario se construye desde diferentes estados de ánimo, donde el Mar nocturno simboliza la oscuridad de la ausencia, de la indiferencia, de las dudas, del desamor y de la seguridad de que algo rescatará a este yo lírico doliente, pero que supo pasar por el disfrute también, se inicia con los versos coloquiales de un perdón que deja limpia las instancias, y vacío ese corazón:

 

“Tampoco debes escuchar las noticias si no quieres,

y tampoco cerrar, como mínimo, la puerta

o dejar el dentífrico cerrado.

 

Ahora todo lo haré en silencio.

 

Ya la casa estará limpia

hasta de alegría.”(Absolución)

 

Pero luego de deambular por las cotidianas enumeraciones, se pasa al intento revelativo de las oscuras premoniciones, quizá nacidas de la desesperanza:

 

“…cuando alguien valiente
abra con la llave del misterio
todos los dolores resguardados en su rojo,
estoy segura que dirá
que amar era demasiado doloroso
y por eso
nuestra especie decayó
cubierta por un diluvio de llanto”.(Amor muerto)

 

Se llama este poema como aludiendo al mar muerto. Y por eso, en esta segunda parte, el dios inmenso, el creador, ese tú lírico poeta, es comprendido en su dolor ante el abandono, el tú  de nuevo ha devenido en él, la poeta canta al poeta, y ahora entiende su dolor y la impermanencia que logra la comprensión:

 

“En sus ojos siempre cargaba
la cuota de sangre exacta
para después de la aurora.

 

También lo oí cantar
desde sus versos en la noche
y aprendí poemas de invierno
que dolían también como su nombre.

 

¡Sí,
a él su herida le abría los pasos!”(LO OÍA CANTAR)

 

Por eso, corroborar en estos poemas de la ausencia, el confesionalismo amoroso, como aspecto temático que muchos creen en extinción en la poesía contemporánea, y hacerlo con tal calidad, con el ímpetu de una mujer que sabe decirse y resignificarse, más allá de la letra y la sangre con que se dicen los poemas en la noche, es un mentís a las fórmulas anodinas de lo que se considera contemporáneo, en la lírica y el arte.  La poesía, lo necesitamos todavía todos los lectores, debe ser emotiva, emocionante, debe dolernos y regocijarnos, debe develarnos nuestro ser interior y entregarnos a partir del goce y el dolor, nuestro propio corazón, capaz de regresarnos el recuerdo y la premonición de esperanza hacia el mañana de todos. Por eso, desdeño a quienes dicen que el yo debe salir de los poemas, que la confesionalidad está pasada de moda, con esas ideas solo nos llevan a creer que la decadencia es la última forma, que la falta de fe y de utopías, el único camino. Somos los otros, muchos los otros, que estamos probando y transitando el sendero de la esperanza, de la luz que se vierte en los poemas para la humanidad, como una dádiva de amor, aunque debamos reconocer el dolor para salir airosos al nuevo día.

Gracias, Marianela por devolvernos un poco de estos elementos que se levantan de tus versos como sueños de una poesía verdadera que todavía recorre el mundo.

 

Ronald Bonilla

Premio Nacional de Cultura Magón, 2015

primera foto: presentación del libro con Marisa Russo , Argentina, Marianela Tortós Albán y Ronald Bonilla

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Comentario

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PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Ronald Bonilla Carvajal el junio 30, 2021 a las 11:19am

Gracias, Lili Mary, un fuerte abrazo


PLUMA MARFIL
Comentario de Liliana MarIza Gonzalez el junio 29, 2021 a las 9:48pm

la ausencia, nos está entregando el corazón, como una ofrenda, para que percibamos el nuestro. Y porque el corazón tiene sus mareas, sus resacas, sus tempestades y apacibles entornos, el poemario se construye desde diferentes estados de ánimo, donde el Mar nocturno simboliza la oscuridad de la ausencia, de la indiferencia, de las dudas

Mis felicitaciones 

mary


PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Ronald Bonilla Carvajal el junio 29, 2021 a las 11:30am

Gracias, Manuel, tu comentario es muy bueno y me motiva, abrazos


PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Ronald Bonilla Carvajal el junio 29, 2021 a las 11:29am

Gracias, Delia por el destacado  y por el bello comentario que me enorgullece , abrazos


PLUMA MARFIL
Comentario de Manuel Miralles Romero el junio 29, 2021 a las 11:08am

Me encantó su disertación, y destaco como el verdadero sentir: 

" La poesía, lo necesitamos todavía todos los lectores, debe ser emotiva, emocionante, debe dolernos y regocijarnos, debe develarnos nuestro ser interior y entregarnos a partir del goce y el dolor, nuestro propio corazón, capaz de regresarnos el recuerdo y la premonición de esperanza hacia el mañana de todos"

Mis felicitaciones Ronald Bonilla.


ADMINISTRADOR
Comentario de Delia Pilar el junio 29, 2021 a las 10:37am

Maravilloso discurrir poético de Marianela, aunque sean solo fragmentos los que haya degustado. 

Opino que ... ¡feliz el poeta que desde su poesía puede llegar al corazón del lector, lo emocional es tan importante despertarlo, incentivarlo, desbordarlo...! De no hacerlo terminamos con una piedra en lugar de este corazón cálido que debe latir, impulsar sangre... 

Felicitaciones a los dos, al presentador con su bellísima disertación que me ha llegado al alma y a la autora de este maravilloso libro -presunción a través de leer fragmentos de su libro-.

Gracias, Ronald, por enriquecer nuestro portal con tu post. 

Un abrazo.

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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