Las raíces de mi árbol.
Lejos están los días en que solía jugar durante todo el día, sin otra preocupación, que la de dejar en libertad mis pensamientos y mis sueños.
Nací en Santiago, la populosa capital de Chile, en la comuna de Providencia en el mitigo Hospital Salvador.
Desde que tengo memoria, uso de razón, lucidez y conocimiento de causa, viví, pasé y gocé mi infancia y adolescencia en la comuna de Renca, donde busco mi infancia en los sueños de mi mente. En esos años; campo, vegetación, animales sueltos, sin ataduras ni encierros, al igual que yo. Corría libre por los sembradíos, sentada en el suelo, comía los frutos que arrancaba de las matas, con las rodillas rotas y la ropa llena de tierra, ni que decir de mi cuerpo, siempre sucio, lleno de barro desde la cabeza hasta los mismos pies… y digo pies, pues mi goce máximo siempre fue andar descalzas… a patita pel`a.
Corría por la tierra y sobre las piedras a toda velocidad, poniendo en exigencia máxima la fuerza y habilidad para no tropezar y caer de boca al piso, pero lograrlo, era fantástico. Las habilidades que desarrollé me sorprenden hasta estos días.
Mis sueños crecieron junto conmigo, cada vez se hacían más sustentable la realización de ellos, pero llegó un día en que ellos se evaporaron junto con mi inocencia y surgieron en mi, sentimientos jamás experimentados nacidos por incontables experiencias obtenidas por el propio desarrollo humano y la inclusión a una sociedad efervescente, que lejos de brindar paz y tranquilidad para el buen desarrollo de su pueblo, entregó distanciamiento, inseguridad, miedos, odios, resentimientos y por sobre todo, enmudeció el derecho libre y soberano que posee cada individuo a expresar pensamientos, ideologías y sentimientos.
Estas maravillosas experiencias constantemente las examino para reivindicarlas y celebrarlas, por sobre otras circunstancias, pues aquí están mis fuentes originarias, selecciono cuidadosamente todas mis experiencias, las buenas, las sumo a las existentes, las malas, las inspecciono y de ellas rescato el aprendizaje obtenido, de esta forma, transformo mi mundo en una verdadera fiesta con los más variados colores, sonidos y sabores.
Mis raíces, creo, provienen de aquel árbol en donde pasé montada gran parte de mi niñez, el Nogal... Desciendo de los árboles, como todos, como los monos, como los primeros habitantes del planeta y la evolución de mis antepasados ha hecho de mí, lo que soy hoy en día.
Allí están las raíces de mí infancia, soy natural del bosque encantado, del sombrío bosque, de la hondonada recóndita y misteriosa en donde los sotos antiquísimos reinan silentes y soberanos, de la profundidad del laberinto de historias fraguadas y dibujadas en mi mente que se revelan con el paso de los años.
Lejos, muy lejos están mis raíces, quizás algo de sangre española, cosa que desestimo, pues han pasado tantos siglos que si tuviese algo de sangre española, a estas alturas ya estaría diluida, disuelta, evaporada y extinguida.
Ciudadana del país de los nogales, pero en mi sangre corre la memoria de generaciones, sólo falta conocerlas y averiguar una a una… ¡Ardua tarea es la que me espera! pero eso será para otro día, mientras, me deleito con la historia y las raíces del pueblo chileno…
Cecill Scott.
Comentario
Cecill garcias poe estr entre nosostros, Feliz día del poeta
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