Serie: PUEBLO CHICO, INFIERNO GRANDE
Infierno inspirador: Tilarán
Provincia, Estado, Región o Departamento: Guanacaste (Costa Rica)
Cuando crecemos o maduramos, los hombres vamos perdiendo miedos y vergüenzas. Más rápido se pierden los miedos. Más ayudan el alcohol y los “no sos capaz de hacerlo” de los amigos. Por aquí decimos que bobo careado mata la mama. Y es que somos de retos y de papelones, de mostrarnos en piscinas y playas con trajes de baño diminutos o panzas que, ante la aproximación de una presa, desaparecen en minutos. Chupás barriga y aguantás la respiración como si tu próximo polvo dependiera de ello. Y depende. Y te prende. Y te sentís flaco y digno, aunque sea por unos cuantos segundos mientras tu presa catreable se va o tus amigos te exponen.
A José Luis lo conocí virtualmente hace muy poco tiempo porque me eligió como padrino para explorar su reinvención profesional y convertirse en un profesor de ELE (Español Lengua Extranjera), dado que, por la pandemia, los turistas dejaron de llegar por montones y una escuela en línea lo reclutó para aprovechar la reputación que tiene Costa Rica como el segundo mejor lugar del mundo para aprender español, después de Colombia.
Me pareció un tipo joven y entusiasta. Dicharachero y entrón como pocos ticos. Luego de la asesoría, intercambiamos opiniones sobre nuestros rincones de este apocalipsis en el que todos tuvimos que aprender a navegar en medio de la tormenta. Y la teoría del bar empezó a dispararse cuando se tomó su segunda cerveza y brindar conmigo virtualmente. Me contó que estaba enamoradísimo de una colombiana y que no quería cagarla antes de impresionarla.
Su apasionada descripción y los gestos que hacía con sus manos, me hicieron suponer que el tipo más que enamorado, lo que está es encoñado. Al notar en mí la camaradería de género y luego de contarle que además de lingüista soy escritor, su lengua se convierte en un motor fuera de borda que me cuenta su agonía con lujo de detalles.
Entonces descubro que es más pajizo que un adolescente y que solo a un desconocido podría contarle lo que los hombres que no son de signo escorpión se empeñan en negar tanto en la adolescencia como en la edad cochina: la masturbación o como le decimos jocosamente aquí: “pelea de cobardes”, porque es una lucha de cinco contra uno, en la que el uno siempre se vomita encima de los cinco. O manuela, como le dicen en casi todos los países hispanohablantes.
Su narración me retrotrae a aquellos días de las charlas morbosas en el colegio y del espejito que nos amarrábamos al zapato para hacerle exploraciones ginecológicas flash a todas las colegialas que se quitaban los calzones en el baño y se dejaban mirar sin pudor.
Me contó que sus cinco dedos lo auxiliaron muchas veces en aquellas noches calientes en las que Manuela no le daba arrimada. Para él, manuela era un alivio fugaz. Manuela en cambio, era un deseo pertinaz. En manuela encontraba la inmediatez. En Manuela encontraba la sensatez. A manuela no tenía que cortejarla. A Manuela tenía que piropearla. Sus noches eran de manuela. Sus días eran para Manuela y por Manuela. Por culpa de manuela se volvía un hombre animal. Gracias a Manuela posaba de ser un hombre racional.
Cada día la llevaba de paseo a los lugares escondidos de su pueblo, donde le robó sus primeros besos y empezó a cuentearla para ganarse su corazón y algo más. Inventó universos paralelos y le bajó la luna protagonista de todos los amores, cuando en realidad lo que quería era bajarle los calzones.
Las mujeres siempre lo saben y alargan el juego para mantener el fuego. Descubren rápidamente la torpeza del hombre que quiere ser romántico mientras “arma toldo” bajo su pantalón y tose para desviar la atención fuera de su erección. Es la fiebre de la liebre, el aguacero que moja, pero no refresca, la canción animal que no cantamos, pero susurramos. Es ese torrente al que le ponés exclusas y terminás deshaciéndote en excusas.
Me contó que la primera vez que consumó su pasión obsesión tuvo miedo de no poderse controlar y terminar precozmente y por ende vergonzosamente. Porque hay pocas palabras tan aterradoras en ese momento como el “¿ya?” que te reduce a la presa del Kraken que a las mujeres no atraen como imanes, pero sí a los titanes.
Luego su cara se iluminó para contarme que llegó al final de la faena con su reputación intacta. Manuela empezó a matar a manuela. Cinco azotes digitales fueron reemplazados por los cinco sentidos de una mujer de carne y hueso que lo empujó a querer siempre más de eso. Manuela le enseñó que el que persevera, alcanza. Y que el que promete, mete. Que las aguas alcanzan su punto de ebullición cuando el fuego es constante y electrizante.
© 2020, Malcolm Peñaranda.
Comentario
Gracias a todos por leerme! Y por tan amables comentarios. Un abrazo en la distancia.
Interesantisimo, felicitaciones
¡Relato muy bien escrito que provoca jocosos momentos para el lector, Malcolm!
Un relato interesante ,jamas reemplazaria manuela a una mujer
Gracias
mary
Jocoso relato basado en el significado del nombre común, que desconocía pues soy española. Ha sido un placer leerte. Felicitaciones . Saludos
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
© 2024 Creada por Aimee Granado Oreña-Creadora. Con tecnología de
Insignias | Informar un problema | Política de privacidad | Términos de servicio
¡Tienes que ser miembro de ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME para agregar comentarios!
Únete a ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME