El otoño nos divisa,
con sus mejillas añejas
y sus brazos agotados,
con su deslucida risa,
la sordera en las orejas,
y algunos sueños sentados.
¡Ay, qué largo es el otoño!
Cruel silencioso se acerca,
¡Qué solitario su moño!
Nos maltrata con su cerca.
II
Con sus hojas amarillas
pegadas al pavimento,
nos espera con sus sillas,
para jugar con su viento,
y sus gastadas mejillas,
en su torpe movimiento.
En su mano encarrujada,
hay que caminar serenos,
con paciencia asegurada,
y nos marcharemos plenos.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas - Perú- Derechos reservados
Comentario
Hola Silvana, gracias amiga, un besote
Gracias a los que lean
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