El final.
Pensando en silencio las horas van caminando
mis ojos miran hacía adentro removiendo pasados escondidos en añejos baúles de frágil cerradura.
La vida se pone seria en los momentos más inadecuados.
Saco a la luz los olvidos; viejos y de pálidos colores que el tiempo ha venido despintando.
Ahí encuentro los nombres, las fechas, lo sucedido.
Desde los inicios de lo que llamo vida, hasta mis ayeres más recientes.
Juegos y risas que acompañaban los amigos. Dolores intensos por amores ya perdidos.
Lluvias y tormentas en mi cielo. Brillo de soles a momentos.
Cuanto he ganado... cuanto he perdido.
Todo está aquí, en lo profundo, en lo escondido. En lo que fue sin ser y en lo que siendo no fue.
Manos estrechadas, abrazos de cariño, miradas fijas, despedidas sin sentido.
Pasos caminados por senderos alegres, por callejones solitarios donde se pasea solitaria la muerte.
Noches de guitarra y canciones de dolor. De gritos fugitivos que rechazan el amor.
Besos encendidos que buscaron sin hallar una respuesta. Cuerpos entregados en un juego de ruleta.
Todo se va y todo se queda, nada se queda y nada se va.
Mis manos hablan y mis ojos lloran.
Los días tienen 28 horas donde los minutos corren antes que los segundos.
Mi cuerpo siente el frío del amor más exquisito.
Mi pasado se revuelve, se confunde en las tinieblas de mi mente.
Si el final llegara hoy, no sabrán que estoy ausente.
Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
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