DUEÑAS DEL LUGAR.

[J.Jesús Ibarra Rodríguez]

                                                                  

                                                                    DUEÑAS DEL LUGAR

Amanece en la playa y el sol empieza a calentar, la blanca y tersa arena aparece al bajar la marea.

Se paran sobre ella los pelícanos, las gaviotas y otras aves marinas. En este momento no hay seres humanos por ser tan temprano. Habían estado hasta medianoche disfrutando del mar y las estrellas.

De pronto aparece un hombre caminando en la orilla del mar, acompañado de dos perrillos. El trae un bote para recoger la basura que dejaron los visitantes la noche anterior. Los animales al mirar las aves paradas sobre la arena, brincan y corren hacia ellas. Estas de  inmediato reaccionan y tornan a volar, dejando de ser las dueñas del lugar.

La mayoría de las aves vuelan casi al ras de las olas, cuando quieren casar peces. Otras haciendo vuelos acrobáticos se lanzan en picada para atraparlos. También se les puede ver bamboleándose contentas en el oleaje, hasta que llegan al lugar  los hombres que caminan, corren o nadan, o bien pasean en sus lanchas,   y en aquamotores. Además en barcos pesqueros.

En la distancia en donde se une como una línea recta horizontal, el hermoso mar  con el brumoso azul y tenue cielo, se desprendió una pequeña ola recién formada. Conforme avanza por efecto del viento y el movimiento lunar, aumenta en amplitud y en altura. La ola se sentía bien a pesar de haber tenido algunas experiencias, como cuando la atravesó una lancha a gran velocidad, y aquella vez que grandes peces viajaban sobre ella, saltando y jugueteando. Y no se diga de aquellos esquiadores y surfistas que le dieron tremendo susto.

Ya es mediodía y el agua adquiere un color esmeralda mar adentro, y como el jade en las orillas.

Los rayos del sol se reflejan en las ondulaciones de la superficie, como lucecillas que se prenden y apagan en forma continua. La pequeña ola sigue avanzando hacia la playa. Ella se fijó que adelante, las olas no son tan simples, son más grandes y rápidas, están además adornadas con un penacho de blanca espuma, y parecen cantar al llegar a la orilla. Al notar todo esto se despertó su inquietud de querer ser como ellas. Las veía tan bellas y contentas que deseo con todas sus fuerzas ser así. Había diez olas antes que ella, que se dirigían con fuerza y decisión hacia la orilla. La ola doce que venía tras de ella, al verla tan inquieta le dijo-espera no sabes que suceda, mejor deja que el destino nos suelte o nos jale la cuerda-. La ola no le hizo caso, lo que quería era llegar pronto al lugar, para disfrutar todo lo que había visto. Era para ella un paraíso en el mar. El viento las impulsaba tanto como la inercia. Pronto avanzaron las diez olas y ella tras de ellas. Cuando faltaban cinco para que llegar al final, estaba muy emocionada. Pero luego se alarmó al darse cuenta que al llegar a la orilla, las olas  desaparecían con todo y su blanca, brillante y espumosa cabellera. Al percibir esto la ola quiso regresar y avisar a las demás del peligro que les esperaba, pero ya era muy tarde. Llegó al fin y le aparecieron como a todas, espumas y burbujas en toda su extensión. Con gran impulso arribó hasta la arena y desapareció dejando solo una pequeña línea. Todavía alcanzó a mojar las patas de los pelícanos y las gaviotas. También bañó con su última porción de agua, los pies de un hombre, una mujer y un niño.

A los lados solo  quedaron, caracoles, conchas y piedrecillas que viajaban con ella. Enseguida llegó la ola que quiso avisarle de los riesgos de desear algo incierto y con vehemencia. Resignada también corrió la misma suerte.

 

 

J.JESÚS IBARRA RODRÍGUEZ.

Derechos reservados.

País: México.2012.

 

 

[MÓNICA LOURDES AVILES SÁNCHEZ]

MUY BONITO CUENTO.

[SENDA]

ATRAPAS DESDE EL INICIO, ES UNA DESCRIPCIÓN CÁLIDA DEL PAISAJE Y SUS ELEMENTOS HAS PLASMADO UNA VISIÓN FÁCIL DE IMAGINAR A TODO LECTOR CON INFINITA DELICADEZA

HA SIDO UN PLACER

TE FELICITO