Segundo capítulo


A última hora de esa tarde, alrededor de las 18.30hs., se presentó el Doctor J. Exil, forense de turno, en la mesa de entradas y pidió hablar con el oficial encargado del sujeto detenido por desórdenes. Después de leer el informe, decidió reunirse con el detenido.

-¿Cuál es su nombre señor?

- Paul, Micheles Paul, como figura en el informe.

-¿Me podría explicar, con sus palabras, el motivo de la alteración del órden, desacato a la autoridad, etc. etc.?

-No sé que conocimientos tiene usted sobre la llamada *Doble Personalidad*, pues si es que son precarios, será difícil para usted, entender este caso y más difícil para mí tratar de explicarlo.

-Usted permítase sólo responder a mis preguntas, deje de lado, pues no creo que sea de su incumbencia, mis conocimientos sobre tal o cual tema ¿De acuerdo?

-Por su contestación, entiendo sobre sus conocimientos, por lo consiguiente solicito hablar con mi abogado.

-Tiene derecho de reunirse con su abogado, obviamente, pero primero deberá responder a unas cuantas preguntas ¿Entiende?

-Pareciera que la sordera es su principal virtud doctor, necesito ver a mi abogado inmediatamente. ¡Doctorcito de turno!

-Le repito: primeramente deberá responderme a las preguntas, y luego...

Los gritos de Daniel, no le permitieron continuar. Optó por salir de la celda. Mientras se alejaba continuaba escuchando los gritos, ahora acompañados con palabrotas e insultos. El médico se reunió con el oficial, refirió lo sucedido, agregando que le sería imposible completar su labor, mientras no tenga una mínima participación de parte del detenido.

-Los abogados que representan al susodicho, están presionando para lograr la liberación bajo fianza, pero hasta que usted no me entregue su informe, no será posible.

-¿Qué me aconseja? – Preguntó con cierta impaciencia el policía.

-Yo considero que lo mas correcto en los casos, en los que comportamientos problemáticos en público están influenciados por afecciones mentales, es pedir la intervención de un juez pertinente, y, solicitar el traslado del detenido a un hospital especializado, donde procederán a someterlo a un exámen, para luego decidir al respecto ¿Qué le parece?

-Considero que estamos complicando demasiado el asunto- explicó el policía -Sencillamente, éste sujeto se incomodó por haber recibido un mal servicio, a su criterio. Unos gritos e insultos fuera de lugar; lo demás una actitud no concordante con la situación. Pienso que deberíamos dejarlo en libertad condicional. La fiscalía decidirá lo que crea necesario ¿Está de acuerdo?

-No comparto su opinión -refutó el forense de turno -Y agregó: - Por lo que pude apreciar, tengo la pauta de que en cualquier momento en que se produzcan situaciones parecidas o un poco más extremas, nuestro personaje podría pasar a la violencia y...

-No es nuestro caso doctor, y si es tan amable, escriba unas palabras y daré por terminado el expediente, por el momento, por supuesto -Con esta frase el policía dio por terminada la entrevista.

A las 22.45, salió Paul acompañado por dos de sus abogados de la Estación de Policía. Como agradecimiento al trabajo demostrado, los invitó a tomar una copa. Éstos le dieron las gracias por su amable invitación, pero, a causa de una reunión importante, rehusaron la propuesta.

Bastante cansado, no físicamente, optó por volver derecho a su casa. Una vez allí, luego de darse un buen baño, se sentó en su sillón del living, tazón de café en mano y trató de organizar el día de mañana. A primera hora pediría turno con su psiquiatra, para analizar nuevamente, como en anteriores encuentros, las complicadas y reicidentes apariciones de su nunca bien recibido "socio" Daniel. Ojalá que tenga turno disponible para el mediodía, pensó, pues debería llegar a la agencia de viajes y arreglar el asunto de su vuelo. Con seguridad le exigirán abonar una multa. Tratará de conseguir salir lo antes posible de vacaciones; descansar y descansar, era lo único que deseaba y en forma urgente. El café fuerte lo despabiló. Decidió encender el televisor y mirar alguna película.

La visita al médico fue fijada para las 12.30. A media mañana se presentó en la agencia requiriendo hablar con la encargada. Le presentó sus sinceras disculpas por el ofuscamiento del día anterior, descontando el mal momento que tanto ella como sus empleados debieron pasar.

- Acepto sus disculpas—Explicó en tono amable la encargada. - Pero no podremos continuar brindando nuestros servicios, y esto a causa de directivas recibidas de nuestra Casa Central. Descarto que entenderá nuestras razones y por lo tanto sabrá disculparnos. Con respecto a lo abonado por el suspendido vuelo, pude pasar por la caja donde se le reintegrará lo que corresponda, previo descuento de la multa correspondiente por la anulación, por su parte, de dicho vuelo. Si más, doy por finalizada nuestra reunión.

Paul quedo perplejo. Las palabras de la encargada, correctas por cierto, le cayeron como un balde de agua fría. Se levantó, saludó y encaminose hacia la puerta. En esos instantes consiguió Daniel, aprovechando el estado de desconcierto de Paul, hacer su aparición. Dio vuelta sobre sus pasos, y con una mano amenazante exclamó a toda voz:

-Los demandaré por daños y perjuicios a causa de sus tejes y manejes puramente de interés comercial, me han ocasionado trastornos que han impedido tomar ese maldito vuelo. Es más, tengo en mi poder el °OK. ° de ustedes, y con su firma, en el cual figura la hora preestablecida del vuelo, ustedes la cambiaron, faltando así a nuestro contrato, que ya había sido abonado. Por lo tanto no retiraré ningún dinero, y además exijo una constancia escrita en la cual figure expresamente, la decisión de su denigrante agencia, de rehusar a brindarme los servicios que yo solicito.Tiene una hora para redactar dicho papel. Saló sin cerrar la puerta y abandonó el local.

Era cerca del mediodía. Paul estaba leyendo un diario, sentado en un café situado frente al edificio donde se encontraba el consultorio de su psiquiatra, haciendo tiempo hasta llegar la hora de su turno. Una joven y bien puesta señorita, se acercó, pidiéndole si no era molestia, sentarse en su mesa. En el acto se levantó, ofreciendo la silla enfrente de la suya.

-Mi nombre es Roland Diamant. usted no me conoce, no trate de ubicarme. Por casualidad estuve presente en la agencia de viajes, en las dos oportunidades en las que también usted estuvo. Presencié sus efusivas reacciones, producto de un claro alterado nervioso, atribuido, quizás, a un previo sentimiento de dolor, enojo, o quien sabe, secuelas de situaciones pasadas, pero no olvidadas. ¿Me equivoco rotundamente o me acerco un poco a la verdad? Me refiero a la causa...

-Estimada y diría, cuidándome de las palabras, arriesgada señorita o señora, no sé...

-Señorita—Contestó la joven.

-Bueno, aclarado ese punto, continuaré explicando que no es mi intención, y sepa disculpar, comentar mis actuaciones y reacciones, en tal o cual lugar con una persona extraña, por más joven y atractiva que sea, de muy buenos modales, que se presente frente a mí, criticando y opinado sobre mí proceder y forma de actuar. Todo ello podría considerarse falto de tacto. Pero como estoy cansado y no quiero alargar esta entrevista, la cual no fue solicitada, me permito finalizarla en este preciso momento.

-Señor, por favor, le pido mil perdones. Debería habérselo explicado de antemano, me refiero en el momento en que acepto que me siente en su mesa. Sinceramente mis más sinceras disculpas. Sólo le pido unos escasos minutos, los suficientes para explicar mi intención. Luego si usted no lo ve conveniente o no lo considera oportuno, lo dejaré tranquilo y me retiraré. Sólo unos minutos. ¿Está de acuerdo?

Esa última frase la expresó en un tono de voz que demostraba casi una desesperación, y Paul no tuvo valentía como para negarse.

-Soy estudiante de medicina, me quiero especializar en psiquiatría. La tesis final será sobre la psico-hipnosis. Tengo varios trabajos realizados sobre el tema, todos han sido aprobados por mis profesores. Bueno, vamos al grano: mi propuesta es algo que tal vez le ponga los pelos de punta, quizá no... ¿Me explico?

Y a continuación, la ahora entusiasmada jovencilla, fundamentándose en escritos, experiencias, experimentos de psiquiatras, psicólogos de renombre mundial, autores que publicaron infinidad de artículos al respecto, le manifestó su intención, y esto lo dijo en forma pausada y con palabras sencillas, pero envueltas en un aire de convicción que era casi imposible abstenerse. Le proponía someterlo a un estado hipnótico, para lograr, posiblemente, durante el trance, varias respuestas con relación a su doble personalidad; el origen y efectos en el transcurso de su vida compartida, grados de dominio, y, en especial, esto pretendería ser como el broche de oro de la experiencia: ¡¡Hablar con el otro! Le comentó además, que podría haber problemas en su forma de manifestarse, (refiriéndose al socio), y arriesgando a pasar un mal momento o más que aquello. Y mostrando una dulce carita de anhelo, quizás alegría, agregó que, posiblemente, todo esto le permitiría ayudarlo. Esa era su principal finalidad. ¿Aprueba la propuesta?

-Mire...me ha tomado un poco desprevenido… Seré sincero, no alcanzo a comprender completamente sus motivos, no conozco su persona, en una palabra: no se quien es usted y que diablos quiere de mi vida. Por lo tanto...¡¡Le exijo que se retire de aquí inmediatamente!! Mocosa impertinente. Vaya a buscar clientes a otro lado. Vergüenza debería darle. Mozo, Mozo ¡Llame a la policía!

La estudiante no captó de primer momento, la causa de lo ocurrido, es decir, cuándo y cómo apareció el otro yo, pero todo fue rápido y el batifondo que allí se armó fue descomunal; los mozos trataban de calmar al ofuscado cliente, aparentemente molestado por la joven, que continuaba con sus gritos desaforados. Ella juntó sus pertenencias optando por abandonar el lugar lo antes posible y así evitar problemas mayores; pero al llegar a la puerta de salida se topó con dos policías que interrumpieron el paso al escuchar: - ¡¡No la dejen escapar!! ¡¡Atrápenla!! ésa es la perdida, que no se les escape –

Uno de ellos la tomó por un brazo, mientras el otro entraba al interior del café. La escena que encontró frente a sus ojos, como extraída de una película de segundo grado, como sobre actuada. Mientra tanto, afuera, el policía que sostenía a nuestra estudiante, la invitó a esperarlo en el coche policial. Acto seguido penetró al recinto en ayuda de su compañero, quien trataba, sin lograrlo, apaciguar al ofuscado cliente, exigiendo además, explicación de lo ocurrido.

CONTINUARÁ

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Comentario

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PLUMA ÁUREA
Comentario de Beto Brom el diciembre 21, 2021 a las 2:21am

Querida DELIA, contento al saber que disfrutas del cuentito, te espero en los siguientes capítulos...


ADMINISTRADOR
Comentario de Delia Pilar el diciembre 20, 2021 a las 10:41pm

He leído este segundo capítulo de tu cuento, Beto. 

Me pareció excelente, muy bien escrito.

Mañana seguiré leyendo dedicándome 

al tercero. Es muy amena su lectura.

Felicitaciones y gracias por el posteo.


PLUMA ÁUREA
Comentario de Beto Brom el diciembre 20, 2021 a las 2:12am

Amigos colegas de la pluma y lectores, los espero en el 3er. capítulo ya publicado....


PLUMA ÁUREA
Comentario de Benjamín Adolfo Araujo Mondragón el diciembre 19, 2021 a las 10:41am

¡Ésto se pone bueno...javer Beto...esperaré la continuación...! 

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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