Crónicas de mí N° uno.
Viajes aeroespaciales, más aéreos que espaciales
Leo en un suelto, que este julio de 2019 se cumplen cincuenta años de la llegada del hombre a la Luna: Estados Unidos de Norteamérica le encarga, por medio de la NASA, a la Misión Apollo 11, poner un ser humano sobre la superficie de nuestro satélite natural. La misión despegó el 16 de julio de 1969 en la parte más alta de un Saturno V, cohete de tres secciones, llegando a la superficie lunar el 20 de julio del mismo año y el 21, los astronautas Neil A.Armstrong con 38 años, comandante de la misión y Edwin E. Aldrin Jr. de 39, piloto del módulo lunar “Eagle”, caminan sobre la Luna.
La tripulación del Apollo 11 se completaba con Michael Collins, de 38 años, piloto del módulo de mando “Columbia”.
El comandante Armstrong ha sido el primer humano en pisar la superficie del satélite el 21 de julio de 1969 a las 2:56 (hora internacional UTC) al sur del Mar de la Tranquilidad (Mare Tranquillitatis). El 24 de julio, los tres astronautas, sanos y salvos, lograron un perfecto amerizaje en aguas del Océano Pacífico, poniendo así fin a la Misión Apollo 11.
La “Misión Apollo 11” está considerada como uno de los momentos más señeros de la historia de la Humanidad y la tecnología.
Leo todo lo anterior y pienso que desde siempre que recuerde me han gustado los aviones y las naves aéreas. Pienso que mis primeros aviones fueron aquellos de papel plegados que una de mis tías, Mercedes, me enseñó doblar.
Luego tuve un Cessna F-150de madera, hecho por las manos maestras de mi tío José Víctor, mi “Tata”. Este bello aparato era una copia fiel de ese avión tan popular en esos años 50. Su hélice giraba y sus ruedas funcionaban al ser empujado.
Debo haber tenido no más de seiso siete años la primera vez que volé de verdad, no en sueños: Alguien, no sé si un amigo de mi familia, o algún pariente piloto de la Fuerza Aérea, me metió de polizonte en un vuelo de instrucción,en un Mentor (T-34), aparato en que por mis años infantiles aprendían a volar los futuros pilotos de guerra de Chile. Volamos sin escalas desde la Base de El Bosque en San Bernardo hasta, en un sobrevuelo, la Base Aérea de Quinteroen la costa. No sé en que terminó esta aventura para el piloto, pero jamás lo he olvidado.
Tiempo después cuando vivíamos en Temuco,con mi padreya separado de mi madre, nos escapábamos con Cristián, mi hermano menor, y cruzando el río Cautín por los rieles del puente ferroviario, llegábamos caminando hasta el Aeródromo y Base Aérea Maquehue,en Padre Las Casas, para ver despegar y aterrizar las aeronaves civiles, tanto comerciales como las que prestaban servicios agrícolas, y claro los aviones de la FACH.
Por esos tiempos, algunas veces volamos con mi padre en viajes de trabajos, en aquellos ya viejos, destartalados pero muy eficientes y confiables DC-3 de LAN hasta Puerto Montt. Esos vuelos (vistos a la distancia en el tiempo y en la tecnología) fueron verdaderas hazañas, llenas de baches, crujidos del fuselaje, bolsitas de papel y zumbar de hélices girando en vacío, al caer el bravo avión en bolsones de aire. Más de una vez en un temporal desatado, estos verdaderos cacharros volantes, despegaron o aterrizaron felizmente, en medio de la lluvia, o en pistas inundadas.
(Ya mayor volé en un moderno avión comercial en que el ruido y la velocidad no se percibían, solo me hicieron falta los finos modales y la especial atención del servicio de a bordo. Las aventurasy disfrutes de los antiguos vuelos sonya parte de los tiempos pasados)
Un día, mientras asistía a una escuelita de Temuco conocí los “aviones a chorro”. Cayeron desde el cielo del norte los DH-110 “Vampire” y se deslizaron sobre las techumbres de tejuelas y cinc de la chata ciudad y bajo ellos, dejaron una estela de temor y sorpresa.
Debo hacer un alto en esto de recordar: Volveré atrás un momento, a los días en que nos escapábamos a Maquehue. En más de una ocasión nos colamos con mi hermano hasta los hangaresy a esa zona prohibida en que estaban estacionados los aviones particulares. Jugábamos por entre los trenes de aterrizaje, nos colgábamos de las alas, y un día nosatrevimos a subirhasta la cabina y husmeando allí dentro fuimos sorprendidos por el piloto propietario del aparato, quién nos sacó bajo amenazas el nombre y el número de teléfono de nuestro padre, quién resultó ser amigo de él.
En castigo y antes de avisar al responsable de tan bárbaros hijos y en castigo por ser tan atrevidos, nos llevó en el más emocionante y fantástico vuelo por sobre los campos del sur de Temuco.
Al aterrizar nuestro padre nos esperaba al borde de la pista. Lo que nos dijo e hizo, es mejor no describirlo acá.
Cuando el terremoto de marzo de 1965 arrasó la zona de La Calera, al norponiente de Santiago, fui con grupo de socorro y rescate al sector amagado y allí disfruté de un terrorífico y maravillante vuelo en helicóptero. Creo que era un H-19/S55C Sirkosky.
Ya adulto, estando de vista en casa de mis primos Lolas Olguin, conocí lo que se convirtió en una pasión: las alas delta. Ellos, en forma casi secreta, y artesanal, con materiales poco adecuados, construían un aparato de esos. El mismo que mi primo Omar volaría aprendiendo su pilotaje por medio del viejo, efectivo y peligroso método del “intento, fracaso y logro”. Omar fue un destacado piloto de Alas Delta. Y su hermano menor Manuel, también.
Hoy que los viajes en avión son tan comunes como los traslados en bus, casi tan baratos como estos y tan hacinados, sucios y mal olientes. Hoy en que recordamos los cincuenta años de la llegada del hombre a la Luna, que pude ver por televisión gracias a un señor casi desconocido que nos invitó con mi novia, hoy mi esposa, a ver ese evento único a su casa. Ahora que nuestras naves no tripuladas navegan a los bordes del universo. Hoy que varios humanos habitan en un satélite artificial a varios cientos de kilómetros de altura, he recordado lo que puede ser historias archiconocidas para muchos y fantasías para otros. Solo que estas mis historias son, o fueron, reales, y sucedierony suceden en mi memoria, gracias a la maravillosaemoción que me produjeron en su momento y en mi momento.
Frans Gris
Julio 2019
La Cisterna, Santiago de Chile
Comentario
Se agradece tu aporte tan interesante y lleno de detalles históricos, para continuar con un relato bellamente estructurado con un hijo conductor que nos atrapa hasta el final.
Memorias y momentos de esa gran pasión que te ha inspirado.
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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