Miraba árboles de tallos retorcidos,
feos pero dando ricos frutos,
así su habla común,no carecía de belleza,
alma inocente.
Quería ser como ventana y puerta,
abiertas a los humanos hermanos,
y no ser muro,duro frío y callado,
donde no pasa nada.
El tenía palabras subterráneas,
y su espíritu le pedía liberarlas,
con fuerte impulso, sin capricho,
sin lagrimas.
Su mano exigía escribirle cartas,
flotaba su amor en oscuro cielo,
solo los amados ojos lo despejaban.
su vista era vida.
La suya era una batalla de palabras,
buscaba para ella cosas bellas,
cariñosas, suaves y amorosas,
dulces poemas.
Su voz era silvestre y apagada,
pero tenía de cariño llena el alma,
y quería que de el en ella algo quedara,
sus palabras.
Sin ella la primavera no era verde,
y el camino intrincado y difícil,
tormentosa resultaba su pasión,
quería decirlo.
Su fogata de braza desbalagada,
poco a poco se apagaba en la lunada,
la esperaba hasta la madrugada,
una noche larga.
La emoción de verla lo hacia sudar,
y cenaba mirando su hermoso retrato,
buscando al dormir soñar con ella,
hasta el nuevo día.
J.JESÚS IBARRA RODRÍGUEZ.
DER.RESERV.
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