Al final del edén.
Crecí junto a las flores del edén
mojado por el sereno de la aurora
la suave estela del caracol terrestre
marcaba la silueta del camino,
baldeábamos el vergel mi Madre y yo
perseguía los bachacos entre las flores
cuando cargaban las hojas del Jazmín
la hormiga tornasol me sorprendió
entre miles de letras que danzaban
aquella que desapareció
bajo el rústico creyón de mi bolígrafo,
dormido fui quedando entre las flores
bajo la nívea fragancia de alhelíes
los grandes pétalos del tabaquero blanco,
la suave melodía de las abejas,
el veloz aleteo del colibrí,
apenas oía el canto del turpial
en el vaho,
en la difusa alborada de mis ojos
sólo quedaron las flores de mi madre
hoy en mi largo periplo, solo encuentro
plagios y estilizadas flores prisioneras
la senectud me alcanzó en la travesía
al final de un edén imaginario
lejos de aquellas flores.
… Y de mi madre.
© Cástor A. Olivier O.
El hijo del Cisne.
Patrimonio Cultural de Venezuela.
Comentario
Castor
Un muy sentido poema nostalgico
Gracias
mary
La añoranza dejando su estela entre recuerdos que recrean vivencias inolvidables.
Bellísimo regalo nos entregas entre letras que tocan el alma y nos sensibilizan.
Sensible poema que remueve el misterio de la memoria. La queja tiene colores igual que luces del crepúsculo, el de la vida misma.
Excelente.
Un abrazo.
Alejo
GRACIAS POR TU VISITA Y TU COMENTARIO.
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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