En el oscuro rincón de la discordia familiar,
donde el amor se desvanece en la sombra,
se entreteje un relato de avaricia y rencor,
donde el corazón se desgarra, yace un alma herida.
Hermano, en tu codicia ciega te sumerges,
anhelando la partida de quien te dio vida,
olvidando que la sangre une nuestros destinos,
enlazados por la misma luz que nos ha sido dada.
Madre, en tus años, los ojos se humedecen,
ante la traición de quien debería proteger,
tu amor inquebrantable, aunque ignorado,
se eleva como un faro en la tormenta.
Yo, hijo también, testigo de esta batalla,
entre la avaricia y el lazo que nos une,
suplico al cielo por la paz y la justicia,
que la luz de la verdad disipe la oscuridad.
En las manos del tiempo y la sabiduría divina,
reposa el destino de cada corazón afligido,
en cada acción, en cada palabra, en cada pensamiento,
el juicio final se inscribe en el libro de la vida.
Que el perdón sea nuestro escudo,
que el amor sea nuestra guía,
que la comprensión sea nuestro puente,
hacia la reconciliación y la armonía.
En el eco del universo resonarán,
las palabras de justicia y equidad,
y en el abrazo de la redención,
sanaremos las heridas del alma.
Que la paz reine en nuestros corazones,
que el perdón sea nuestra bandera,
que el amor prevalezca sobre la oscuridad,
y en la luz eterna, encontremos nuestro hogar.
En la sombra de un árbol ancestral,
se teje la trama de un destino dual,
hermanos que, en su lucha mortal,
olvidan la sangre, la esencia vital.
El tiempo, que todo lo disuelve,
descubre la verdad, cruel y cruda,
que el amor, que en el alma se envuelve,
puede romperse como fina tela desnuda.
El deseo de heredar nubla la razón,
en el corazón de un hijo que se duele,
pero en la oscuridad de esta confusión,
la luz de la verdad aún resplandece.
Hermano, hermano, escucha mi voz,
la sangre nos une, la vida nos dio,
no dejemos que la codicia y el rencor,
nos alejen del amor, del sagrado fervor.
Madre querida, en tus días finales,
tejiendo historias de amor y dolor,
que, en tu partida, no haya más males,
sino unión y perdón en nuestro interior.
Que Dios, en su infinita sabiduría,
nos guíe por el camino del perdón,
y que en esta familia tan herida,
reine la paz, el amor y la unión.
Comentario
EXCELENTE POEMA
Gracias
mary
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