EL SOLDADO (mi homenaje a los chicos de Malvinas)
Henchido su pecho de gloriosas promesas
el joven en edades verdes
apretaba el fusil contra su pecho.
Y de pronto el rayo
casi desde su mismo arrojo
partió la claridad
tan simplemente.
Ni un rudimento de estupor.
Desde la misma muerte
volvió a caminar
tan sólo advirtiendo
las esquirlas del contorno.
Quizá los pliegues del abismo
lo acompañen en noches proyectadas
y cuando parta el pan
cuando bese cuando dance
con la mujer amada
volverá a caminar
con la cabeza alzada a las estrellas
y el alma ligada al eje de la tierra.
Y soñará los ríos
reclamará las lluvias
y ocupará el lugar del árbol
para decirle a Dios
que su dolor desde la orilla opuesta
regó la faz del Universo.
Vilma Lilia Osella
C.A. de Buenos Aires
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