Cuando el ojo divino regale estrellas,
esta mano sencilla asirá las bellas,
y entre dulces romanzas Te besaré,
y entre suaves murmullos Te atraeré
a Ti, Maná de Dios, que siempre querré,
pues eres Tú, Amado, a quien me daré.
Lágrimas de emoción ante nuestro amor
se desprenden del cielo a mi alrededor.
Me legaste las apasionadas huellas
que en mi alma, entre te quieros, veneraré
toda una vida entera, bajo Tu humor.
Maria Oreto Martínez Sanchis
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