Con la conciencia cansada de ti
salí de la casa, apenas te vi.
Advertí tu dudoso movimiento,
alcé a mi niño que ya estaba atento,
decidí terminar el sufrimiento.
Partí despacio, contuve el aliento.
Y te sentí gritar en la cocina
lo mismo que gritabas por rutina.
Pero, por suerte, ya no estaba allí.
Hoy veo que mi hijo está contento
porque pude cerrar esa cortina.
Graciela Olivera
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Y te sentí gritar en la cocina
lo mismo que gritabas por rutina.
Muy buenoo!
Gracias
mary
¡Gracias por compartir, Mamihega, el poema de Graciela Olivera!
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