En la oscuridad de la noche callada,
susurra el corazón palabras entristecidas.
Mírame, mírame, implora su mirada,
anhela un amor que no ha sido correspondida.
Lágrimas silenciosas bañan su rostro,
mientras el viento susurra su lamento.
Mírame, mírame, grita su desglose,
anhelando un amor que no tiene sustento.
En cada latido se escucha su súplica,
un deseo profundo de ser amado.
Mírame, mírame, clama con vehemencia,
buscando en tus ojos un amor desvelado.
En cada suspiro yace una oración,
esperando un rayo de esperanza en su vida.
Mírame, mírame, ruega sin cesación,
ansiando una oportunidad compartida.
Oh, dulce melodía de desamor,
teje sus notas en una triste melodía.
Mírame, mírame, despierta su ardor,
buscando en tus ojos la luz que aliviaría.
Pero la tristeza no puede ocultar,
la belleza que en su esencia reside.
Mírame, mírame, deja de lamentar,
encuentra en tu propio amor el que te guíe.
Eleva tus ojos al horizonte brillante,
donde la esperanza renace con fuerza.
Mírate, mírate, sé tú la amante,
y encuentra en ti misma una nueva belleza.
No desesperes, corazón dolorido,
que el amor verdadero te encontrará.
Mírate, mírate, deja el pasado perdido,
y en cada nuevo latir, renacerás.
Así, con valentía, sigue adelante,
encontrarás un amor que sí te amará.
Mírate, mírate, sé tu propio amante,
y en ese amor, tu ser se encontrará.
Natuka Navarro©
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