SI ME QUIERES ESCRIBIR…
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Buenos versos inspirados en esa canción, de versos octosílabos perfectos, que surgen motivados po la Guerra Civil Española.
Los moros que trajo Franco
en Madrid quieren entrar
mientras queden milicianos
los moros no pasarán.
Si me quieres escribir
ya sabes mi paradero
Tercera Brigada Mixta
primera línea de fuego.
Aunque me tiren el puente
y también la pasarela
me verás pasar el Ebro
en un barquito de vela.
Diez mil veces que los tiren
diez mil veces los haremos
tenemos cabeza dura
los del Cuerpo de Ingenieros.
En el Ebro se han hundido
las banderas italianas
y en los puentes solo quedan
las que son republicanas.
Saludos y un abrazo.
desnudez de las verdades falsas de la vida...bello poema, Don Ernesto
Bueno amigo, España espera cantar. Gracias por actualizar una canción republicana y que en todos los frentes fue actualizada, Ebro, Huesca, Madrid, ...etc. Un abrazo Don Ernesto
Roberto
Hablar de paradero, reafirmando la estación de las letras; posiblemente sea la máxime incursión de una mirada que se define deseosa de los encuentros con aquellos que le son a la vez que desconocidos tan de fácil acceso, como el mirar del dedo, en vuestra mano, Sir.
No es un tanto difícil de entender la manera de a-tonar la canción de la verdad en la red, por aquello de las viejas formas de escrutinio que se precisan para encontrar la valía justa de las cosas; pero caballero, sería imposible no dejar el corazón o mostrarlo verdaderamente, pues dentro de lo animoso que pueda ser el mundo virtual o por que una respuesta por ambigua que sea, siempre lleva huellas del hombre y de su autonomía perfeccionista; y eso no puede ocultarse, es imposible.
La variabilidad de la red, es tan enorme… que tal como dice usted: “prepara la enredadera…”
Y no sólo las de aquel hombre que se muestra, sino las enredaderas del Fortún que se incluyen, como mero proceso de cambio.
Observar un cántaro, el agua, lo prohibido, sin lugar a dudas, no es meritorio de la inquisitivo; sino del propio vocablo con que uno sustenta en su mano, la vagaza de las emociones y/o de las cualidades que le intuyen un ser libre y pensante.
Hablar de máscaras, cadenas, engaños, no solo delimita la entrega al recelo, sino que amplia los términos en que se debe uno sustentar desnudo frente a la plena existencia y el acoplamiento que como ser humano hace de su propio pueblo: el hombre.
Al leerle, sin más menoscabo que aquella huella que ya le imponen de hablar de libertad de credos y de ausencias del hombre, es ir a lo profundo de su recorrido psicosomático y a su amplitud en la constancia de sus acciones, puesto que somos dueños de la herencia que otros sumaron a la nuestra.
Con ello permítame responderle a mi manera, porque no todo se lee, como dicen que se lee; ni todo se asume, como se asume la oscuridad o la permanencia de una huella; pero si, en el fondo, se confabula el ritmo de una ascendencia que debe traer como único fin, la necesidad de comunicación que usted predica al entregar esta frase a quien le lee:
“….a mi deseo de sugerir mi ser que se entrega…”
¡A su deseo, caballero, le va entera mi mano!
y si bien aquello atañe, de mi lengua le hace daño,
que sea entonces mi lengua, la conscriptiva culpable,
pero no así mis hermanos, que a poco, somos hambre…
Caballero, en este momento, sé lo que quiero en fe
y hoy por hoy, aquí lo dejo, bien sentado a por vivir
los aprecies, quien le lee y una que otra al descubierta
matices y directrices, de los necios que me avisten.
¡Persigo en fe, sus voluntades!, ¡su fuerza y su entereza!
Quiero Señor, en ahogo su voz auxilica y queja;
quiero Señor la extrañeza, -ventura de saberse hombre-
hombre, de cuerdos errores y de míseras acertas!
¡Quiero su dolor constante y su lucha intervenida…!
¡Pretendo la danza y perdón, de esta remisión Davídica!
Porque urgir de cuesta vida, aquella mirada cansina
es bendecir en su manto, la dulce miel de la criba..
Y si en toda esta cadena, que es causa de mi cordura
le son de ésta, inconcebida, entonces Señor, ¡que pena…!
Pues es con el movimiento, la nube de cuesta queja;
y es del árbol sin raíces, las desnudas cicatrices
-que son por la vuestra, entraña y engarrones de esta mía-
Eso si, de todo aquello, de los valientes que sufren;
téngase por bien seguro, yo advertí, fueron sus triques
que en silenciosa apertura, dejaron a mi tortura
la deferencia signante, de verles quietos y amantes
de la costosas diabluras, en que se objeta el boyante
a la par de su pespunte para distenderse en hambre,
cuando implora al por defecto, un poquito de bizarría
y otro parvo de su afecto. ¡cosas, Sir, de la porfía…!
Daanroo
Daanroo Mattz, caballero
adicionando esta mano a vuestra mano
con todo el respeto que su merced, refiere.
Hermoso poema el que nos ofrece.
Saludos
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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