(Portinari)
SOBRE LA PAZ Y LA TOLERANCIA
Los temas de la paz y la tolerancia son de vital importancia en un mundo en el que a menudo las actitudes rígidas suscitan incomprensión y sufrimiento y pueden incluso llevar a una violencia letal. El diálogo es claramente indispensable si se quiere encontrar soluciones a conflictos y tensiones dañosas, que causan tantos males a la sociedad. Sólo a través del diálogo puede existir la esperanza de que el mundo llegue a ser un lugar de paz y fraternidad.
Es deber de toda persona de buena voluntad, y especialmente de todo creyente religioso, ayudar a construir una sociedad pacífica y a superar la tentación de agresividad y enfrentamiento fútiles entre diferentes culturas y grupos étnicos. Cada uno de los pueblos del mundo tiene la responsabilidad de dar su contribución particular a la paz y a la armonía, poniendo su herencia espiritual y cultural y sus valores éticos al servicio de la familia humana en todo el mundo. Este objetivo sólo puede alcanzarse si en el centro del desarrollo económico, social y cultural de cada comunidad existe el debido respeto por la vida y la dignidad de toda persona humana. Una sociedad sana promueve siempre el respeto de los derechos inviolables e inalienables de todas las personas. Sin "una base moral objetiva, ni siquiera la democracia puede asegurar una paz estable". En este sentido, el relativismo moral mina el funcionamiento de la democracia, que por sí misma no basta para garantizar la tolerancia y el respeto entre los pueblos.
Por tanto, es de fundamental importancia educar en la verdad y favorecer la reconciliación donde quiera que haya sido perjudicada. El respeto de los derechos de los demás, que da fruto mediante un diálogo sincero y veraz, indicará los pasos prácticos que pueden realizarse. Toda persona de buena voluntad tiene el deber de trabajar por este objetivo. Sin embargo, esto es mucho más urgente porque la misericordia o caridad se ofrecen libremente a todos, cuando se juzga con justicia y ofrece al mundo su amistad vivificante.
Por esta estrecha relación con la verdad, se puede reconocer a la caridad humana y sostenida por las Religiones, como expresión auténtica de humanidad y como elemento de importancia fundamental en las relaciones entre los hombres, también las de carácter público. Sólo en la verdad resplandece la tolerancia y la caridad que pueden ser vividas auténticamente. La verdad es luz que da sentido y valor a la comprensión como atributo del ser humano. Esta luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe en las doctrinas religiosas, por medio de las cuales la inteligencia llega a la verdad natural y sobrenatural de la comprensión y la bondad, percibiendo su significado de entrega, acogida y compartida.
Sin verdad, la caridad ante el otro cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad. Es presa fácil de las emociones y las opiniones contingentes de los sujetos, una palabra de la que se abusa y que se distorsiona, terminando por significar lo contrario. La verdad libera a la caridad de la estrechez de una emotividad que la priva de contenidos relacionales y sociales, así como de un fideísmo que mutila su horizonte humano y universal. En la verdad, la piedad refleja la dimensión personal y al mismo tiempo pública de la fe, que es a la vez «Agapé» y «Lógos»: Caridad y Verdad, Amor y Palabra.
Puesto que está llena de verdad, la filantropía puede ser comprendida por el hombre en toda su riqueza de valores, compartida y comunicada. En efecto, la verdad es «lógos» que crea «diá-logos» y, por tanto, comunicación participativa. La verdad, rescatando a los hombres de las opiniones y de las sensaciones subjetivas, les permite llegar más allá de las determinaciones culturales e históricas y apreciar el valor y la sustancia de las cosas. La verdad abre y une el intelecto de los seres humanos en el lógos del amor: éste es el anuncio y el testimonio de toda religión que se mira en el estrellado anochecer.
En el contexto social y cultural actual, en el que está difundida la tendencia a relativizar lo verdadero, vivir la caridad en la verdad lleva a comprender que la adhesión a los valores del cristianismo no es sólo un elemento útil, sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral. Una doctrina de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales. De este modo, en el mundo no habría un verdadero y propio lugar para la humanidad. Sin la verdad, la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado. Queda excluida de los proyectos y procesos para construir un desarrollo humano de alcance universal, en el diálogo entre saberes y operatividad.
La caridad es amor recibido y ofrecido. Su origen es el amor creador, por el que nosotros somos; es amor por el cual somos recreados. Es el Amor revelado, puesto en práctica por el Cristianismo, como lo apreciamos en dogmas aceptados por los creyentes. Los hombres, destinatarios del amor natural, se convierten en sujetos de caridad, llamados a hacerse ellos mismos instrumentos para difundir una coexistencia y para tejer redes de caridad o misericordia.
Nos referimos a todo dogma religioso que realice en paz su idea de convivencia, sin diatribas dañinas, en servicio de la caridad. La verdad preserva y expresa la fuerza liberadora en los acontecimientos siempre nuevos de la historia. Es al mismo tiempo la auténtica fe y razón, en la distinción y la sinergia a la vez de los dos ámbitos cognitivos. El desarrollo, el bienestar social, una solución adecuada de los graves problemas socioeconómicos que afligen a la humanidad, necesitan esta verdad. Y necesitan aún más que se estime y dé testimonio de la autenticidad que ofrece. Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización.
Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su espíritu el valor sagrado de la vida humana hasta su término. "No somos un producto casual de la evolución, sino que cada uno de nosotros es fruto de un pensamiento de Dios: somos amados por Él".
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Alejo Urdaneta
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GRAN ENSAYO NOS REGALAS!!
UN PLACER LEERTE QUERIDO ALEJO, FUERTE ABRAZO.
Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su espíritu el valor sagrado de la vida humana hasta su término.
Creo que cada ser humano tiene en su yo interno, la sabiduría del valor de la vida humana. Sólo que algunos la van perdiendo por las sombras que comienzan a ingresar en su espíritu. La vida es muy compleja. Unos aprenden de sus errores, otros se enfadan y reaccionan con odio.
¡Claro que es necesario el diálogo!
Así lo expresa Benedicto XVI: "No somos un producto casual de la evolución, sino que cada uno de nosotros es fruto de un pensamiento de Dios: somos amados por Él".
Yo no creo en Dios, por eso no puedo compartir este pensamiento.
No tengo ninguna prueba de su existencia. Creo que es una cuestión de creencias de los humanos.
Como siempre amigo, excelente trabajo.
Querida amiga: No traté el tema de Dios porque Dios es Universo y a mi entender totalidad de lo racional. La palabra "existir" significa Estar allí, en lo que vemos y presenciamos como realidad: "Tú", "Yo", el niño que juega. Todos ellos existen, están en el mundo.
Hegel lo dijo y pienso que es una realidad: "Lo racional es real y lo real es racional". Es la palabra de Hegel a quien respeto.
Un abrazo hegeliano que no ofende a nadie.
Alejo
¡Excelente ensayo sobre un tema bastante escabroso, pero saliste muy bien librado, Alejo!
Me llena de alegría, Alejo querido, que hayas sacado a luz este texto tan necesario en estos momentos críticos de la humanidad. es urgente porque de otros modos, guerra y conflicto, en el estado actual del progreso en armas de destrucción masiva, significa exterminio y destrucción total.
Ernesto, que te aprecia y admira mucho
Lo felicito, Alejo, por su ensayo muy bien argumentado.
Alejo, excelente tratado de reflexión, concuerto en mucho de lo que presentas, gracias por este excelente trabajo, Amaralis
Alejo muy acertado tu sentir en este texto, hoy en día el hombre tiene en sus manos un avance extraordinario para una mejor convivencia mundial, pero tiene cerrada la mente en la ambición y el poder, solo es esperar en que abra su mente al amor y la paz ...
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