EL FANTASMA DEL AMOR
Ella nunca será dichosa,
La acosan deseos infinitos.
Deseos imposibles de alcanzar.
Su condena se refleja en la plata de sus ojos,
En el nácar de sus manos vacías.
Ese amor imaginado no es de este mundo,
Sin compasión late en sus venas.
En esa sangre que hierve de solo pensarle.
Una avalancha de deseos descabellados la cubre,
deseos que superan la utopía del amor.
Eternamente padecerá la gris condena
de buscar desesperada la silueta
que la acaricia en las sombras.
Ese fantasma sin piel
que aparece cada noche en su lecho.
La sacude,
la besa en la nuca,
la hace suya suavemente,
para luego disolverse en la bruma.
Bruma que la envuelve en la angustia
de sentir que esa sombra
la poseerá para siempre.
Su amor no es de este mundo.
Esa es su condena.
Carmen Amaralis Vega Olivencia
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