DE TURCOS Y BURKAS
Había que ver aquellas lágrimas negras resbalar por mi rostro. Esa tarde me puse mucho rímel en las pestañas sin imaginar aquel terrible desenlace.
Había fiesta turca, mi room mate Mihriban me había invitado.
Esas fiestas sí que eran divinas, aparte de que los jóvenes turcos son una maravilla, eso pensé. Estando en la sala frente a Sehmi y Beruth, amigos de Mihmi, que habían venido a buscarnos para ir a la fiesta, sonó el teléfono. Era mami. Acostumbraba llamarme todos los fines de semana para cotejar que todo estuviera bien conmigo por aquellos mundos norteamericanos, tan lejos de mi hogar.
Ahhhh, las abundantes lágrimas negras que resbalaban por mis mejillas resplandecían dándome una imagen de niña tonta, o tal vez de mujer fatal, nunca sabré a ciencia cierta. Mami cumplía año y yo lo olvidé, podía oír la algarabía de mi familia en mi casa, siempre llegaban mis tíos y mis primos para el fiestón que papi preparaba para esa ocasión. Es que mami es un ser fiestero al máximo, y yo tan lejos ufff, rompí en llanto.
No recuerdo si lloraba de pena al no poder estar con ella en su fiesta, cumplía 50 primaveras, eso decía ella, y yo tan lejos, sin poder darle un beso de felicitación, sin poder mirarme en sus ojos verdes y claros como el mar. No recuerdo, lo que si recuerdo es que las lágrimas disolvieron el abundante rímel de mis pestañas y mi rostro quedó hecho un verdadero desastre.
Al volver a conectarme con mi realidad en la sala en Gainesville me turbó sobremanera la mirada intensa de Sehmi. Ahora en la distancia, pienso que para un hombre turco, o de cualquier nación, ver un rostro de mujer con labios intensamente rojos y endiabladamente sucio, con un traje hermoso, que mostraban mis escuálidos brazos blancos haciendo juego con mi finita cintura, debe haberle movido el piso.
De aquella noche, no recuerdo mucho, pero desde ese día Sehmi aparecía por nuestro apartamento frecuentemente con alguna excusa, y una noche de luna llena me tomó en sus fuertes brazo y me dio un intenso beso tan hermoso que quedé enamorada para siempre. Bueno, para casi siempre, pues cuando supe que tendría que irme a vivir a Odemish, y ser madre de muchos turquitos y cubrirme con una burka sin poder ejercer mi profesión de científica, el calor del Caribe y el mar reflejado en los ojos de mi madre fueron más poderoso.
Ahora, cuando veo en televisión esas maravillosas novelas turcas me digo a mi misma: misma, de lo que te salvaste.
Y colorín colorado, esta historia de turcos y burkas ha terminado.
CARMEN AMARALIS VEGA OLIVENCIA
Comentario
Malcolm, muchas gracias por tu compañía en mis relatos, cierto, amigo, esas culturas son maravillosas y diferentes, me atraen, bendiciones, Amaralis
Me encantó tu historia! Al igual que a vos, me seduce la milenaria cultura turca y su música extraordinaria!
Muchas gracias mi querido amigo Benjamín, la vida nos da y nos quita y tenemos que vivirla tal cual es, bendiciones de domingo de reposo y paz, Amaralis
Teodora, muchas gracias por tu compañía en mis letras, bendiciones de luz y paz, Amaralis
Mi muy estimado y querido amigo Ernesto, cuanto me alegran tus palabras, eres un fiel amigo, te dejo mi abrazo de paz y cariño, Amaralis
¡Qué cuento precioso, de mi querida y admirada amiga Carmen Amaralis Vega O!
Delia PIlar, mi querida amiga, cuanto me alegran tus palabras, y me honra tu DESTACADO, bendiciones de luz, Amaralis
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