Hasta se podría hablar de vidas paralelas. Esto fue lo primero que se nos ocurrió, después de leer la interesante novela Leonora, de esta singular escritora mexicana, con orígenes en la nobleza rusa, de antes del 18.
La autora nos narra, casi biográficamente, la vida de Leonor Carrington, mujer que desafió a su mundo, en todos los aspectos. Pudo ser la heredera de todo un paraíso empresarial. Pero en su afán de ser una mujer libre de ataduras religiosas, sociales e ideológicas, rompió con las estructuras familiares, con sus maestros y prefirió la vida del mundo del Barrio Latino de París. Allí compartió con la menesterosa generación del surrealismo: Bretón, Dalí, Ernst, Artaud, Apollinaire, Prévert, Magritte, Picasso, Miró y otros.
No es difícil para la autora, como explicaremos posteriormente, relatar la vida de una mujer rebelde, que fue expulsada de los mejores colegios londinenses: el Convento de Santo Sepulcro (p. 29), San Mary’s de Ascote (p. 33), que fue incomprendida por su padre, al punto de que llega a preguntarse “¿Por qué es distinta a los demás? ¿Qué pasó en su nacimiento, qué la hizo así? ¿Por qué crea un problema tras otro” ( p. 65) y luego la hace internar en un manicomio español. Después de tantas rupturas, arriba a Francia y se incorpora al movimiento surrealista, en donde llega a descollar como pintora, a pesar de que considera que, en el movimiento, los hombres se sienten por encima de las mujeres. Por esto, una vez escribió “A las pintoras surrealistas nadie las reconoce. Lo que en los hombres es creatividad, en ellas es locura” (p. 91). A pesar de esta concepción, la confianza en sí misma, proveniente -a nuestro juicio- de su estrato socioeconómico, le sirve de entorno para sobresalir dentro de ese universo machista.
En este período, se enamora de Max Ernst, se une a él, sentimentalmente, a pesar de que era casado y le doblaba en edad. Adquirieron una casa de campo en Saint Martin-d’Ardèche, en la cual transcurren sus vidas hasta la invasión a Francia, por parte de Hitler. Los intelectuales parisinos fundan un movimiento antifascista, el Freier Künstleerbund. Dentro de estas actividades, Ernst es arrestado y conducido a un campo de concentración para judíos y Leonora enloquece. Dada tal enfermedad, es internada en un instituto siquiátrico español, del cual logra fugarse, para volver al mundo de la pintura, para irse a Nueva York, ayudada por Peggy Guggenheim, quien después resultó ser amante de Max Ernst. De Nueva York, pasa a México, en donde se casa con el poeta Renato Leduc. En México, desarrolló, además de su carrera pictórica, su inclinación literaria. También aquí criticó la conducta de los mexicanos y la pintura de los muralistas: Orozco, Siqueiros, Rivera. Para ilustrar esta conducta, tomamos palabras de Poniatowska, cuando nos dice: “A Leonora la fiesta le parece un carnaval, todos giran como los jurritos de barro llenos de aguardiente. (…) El tema recurrente es la Revolución Mexicana” (p. 297). Y es que Elena Poniatowska, según el criterio del jurado que, en el 2011, le confirió el Premio Biblioteca Breve a esta novela, … “construye una figura femenina turbadora en la que se encarnan los sueños y las pesadillas del siglo XX.”
Como consecuencia de su vida atribulada y siempre en la búsqueda del ser original, Leonora se divorcia del poeta Leduc y más tarde se casa con el fotógrafo húngaro Emerico Weisz, llamado familiarmente Chiki. Este nuevo personaje la fascina por su modo de soportar el dolor, cuando le relata su vida en un orfanatorio, en un campo de concentración, porque era judío y en su capacidad para abandonar la Europa conquistada por el nazismo. Estas características la hacen abandonar a su esposo, quien, extremadamente positivo en Nueva York, pasa a ser extremadamente negativo en México, por su popularidad, vida en las cantinas y en la fiesta brava, esta última odiada por Leonor, debido a su amor por los animales. Por su parte, Chiki llega a ser el padre de sus dos hijos y a generar en ella el sentido de la maternidad. Veamos estas palabras, extraídas de la novela:
El nacimiento de Gaby (Gabriel, su primer hijo) la regresa a la nursery de Crookley Hall. Leonora le confecciona una sirena de terciopelo rojo, cubierta de bolsitas para guardar centavos, botones, canicas. La maternidad la empuja hacia las labores del hogar (p. 297).
Podemos observar cómo Leonora va del amor loco, hacia Max Ernst, en el cual no le importan las consecuencias, al amor conciliado hacia Leduc, hasta el amor racional y familiar hacia Chiki.
Pero también abandonará a Chiki. Nuevas turbulencias, nuevos horizontes, nuevas sensaciones acompañarán su vida.
Al comienzo hablamos de vidas paralelas. Y es que Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor ha podido quedarse en Europa defendiendo los valores de las monarquías erradicadas durante la Segunda Guerra (Grecia, Italia, Bulgaria y otras) y prefirió la aventura de América, en donde se incorpora al movimiento mexicano por la libertad de la mujer y de los derechos humanos en general. Como periodista, destaca la injusticia y la negatividad de las jornadas de Tlatelolco y como escritora, ficciona el sufrimiento de mujeres como Jesusa Palancares, Tina Mondotti y Angelina Belaff, además de Leonora Carrington. Decimos ficciona, porque, en las obras destinadas a este fin, no realiza biografías escuetas, sino que incorpora sus pensamientos, sus sentimientos y sus pasiones.
Vocabulario específico de la obra:
salientes.
imagen, al mirarla desde un ángulo o a
través de un espejo (corrección del autor).
Aes Side. Raza sobrenatural en la mitología irlandesa.
(en italiano).
para que no se vaya sola.
vegetales.
ingleses. Rechazaban el arte
inglés del XIX que, según ellos,
carecía de sinceridad.
Propugnaban el detallismo.
flores.
un estímulo vago y aleatorio es
percibido erróneamente, como
una forma reconocible. Ejem.
Nubes, vistas como algo que
conocemos.
alguna actividad. Ejemplo: los
trebejos de la cocina. / Pieza del
juego del ajedrez.
plano, impermeabilizada con una
goma de petróleo. Chapopone (en
México).
plancha para cocción.
bultos sobre la espalda.
México. Atraviesa territorios de
Chihuahua, Durango y Sonora.
(Tlahuiscalpantecuhtli). Se opone
a Quetzalcóatl (estrella de la
mañana).
toltecas, tlaxcaltecas y mexicas.
que cuidaban los montes y los
animales silvetres.
igual. Desinterés. Desdeño.
terrenos bajos y anegadizos. / En
la caballería era un aparejo más
grande que la albarda.
mulos, burros o caballos para que
no les moleste la carga.
habita el estado de Chiapas.
dientes.
sin levadura.
cosa.
italiano Giuseppe Arcimboldo,
caracterizada por dibujar cabezas
de retratos, hechas enteramente
de objetos como frutas, pescado,
flores, verduras, etc.
debajo del nivel del mar, que ha
sido invadido por las aguas.
Comentario
Gracias infinitas a las amigas María Beatriz e Iris, por sus comentarios y su asiduidad hacia mis textos. Gracias de nuevo.
Fascinante la vida de Leonora Carrington.
Acaso en su infancia no fue comprendida
y no recibió el suficiente afecto paterno,
y tal vez por ello su inestabilidad emocional afectiva,
pero que se sublima con su hijo Gabriel
y asume su rol maternal.
Interesante vuestro relato que motiva interés y atención al leerlo.
Muchas gracias distinguido Dr. Luis Gonzaga.
Leonor Carrington tuvo una vida intensa por lo visto. Casi siempre, esta forma de ser de las personas suelen salir de un estrato social privilegiado; pareciendo que renegaran de ese mismo privilegio. ¿Será que la comodidad llega a ser aburrida a la larga, que delimita el deseo de lucha, el esfuerzo por alcanzar metas, que tiene el ser humano? Y lo es tanto que se halla en la locura lo que se está buscando?
Interesantísima novela Dr. Gonzaga! Desde luego que atrapa aún en la forma referencial que nos relata. Sin duda alguna, leerla es zambullirse en mares de turbulencia con oleajes que subyugan.
Muchísimas gracias por compartir querido doctor.
Un abrazo gigante, me encantó
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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