Disertación en la presentación del libro Migración a la esperanza, de Marianella Sáenz Mora. Editoral Poiesis 2015.
MARIANELLA SÁENZ MORA ha escrito un poemario sui géneris, ha partido del sueño premonitorio que le anunció lo fatal, y luego se ha encontrado con esa fatalidad que enfrentar en la vida: un cáncer en el cuello que la postraría por un tiempo que pareció interminable. Con poemas todo se sugiere aquí, todo se relata de la única manera que ella sabe hacerlo, mediante el verso y la metáfora. Y es único este libro porque la poeta tiene, en su viaje de héroe, que migrar del confort y la felicidad al dolor a los niveles más bajos donde Caronte custodia la llegada de la barca, para luego emprender el viaje de regreso, su migración a la esperanza, que es el regreso a su vida de pasionaria poeta, que es su regreso al erotismo que la signa, y entonces da fe de que sucede. Y tener que reconstruirse, y reconstruir su vida de pareja y las peripecias amorosas y de las otras.
De alguna manera, cuenta el sueño en su primer poema, casi diría en un poema realista, si no relatase una experiencia onírica. “...y una inmensa rama seca / que me brota insensible entre los senos. / Su presencia da frutos de apnea, / mientras se adhiere maligna a mi garganta / y repta hasta la base de mis orejas angustiadas”. (Sentencia en el espejo)
Y luego, en su segundo poema, el diagnóstico, recibe un papel de unas manos. Luego vendrán doctores, hospitales, operaciones. Antes veamos cómo se cuenta esta faceta de una biografía que antes era feliz encuentro con todo, lleno de vida, verso y libertad. “O vivir con la sonrisa amortajada, / los cántaros vacíos, / exilarse involuntaria de la patria del deseo, /sin saber dónde encontrar la pitonisa, / que me armonice realidad y tiempo. / No saber ¿dónde te perdiste? / ver mariposas brotar de tu armadura / mientras de tu mano, / cae incrédulo un papel con la sentencia.
Y los poetas, qué difícil, tan acostumbrados a sugerir y dejar en polisemia sus vivencias, deben entonces en medio de su necesidad, decir, decirse, hacer su nueva identidad, deconstruirse para construirse, relatarse, contar, describir, y como su lenguaje natural no es el de la narrativa, les suele traicionar el intelecto, pero lo importante en Marianella es que la poeta sale viva, no de la enfermedad, sino de esta necesaria inquietud de definición, de demostración: aún a sabiendas que su talento es mostrar, ver y darle a la otredad el producto esencial de su mirada, y lograr esto aún cuando se impone su afán de decir, no es fácil al poeta. Conozco a esta poeta desde que era muy joven, (ahora lo ha vuelto a ser) intentando los poemas de su gracia, y luego de este largo proceso de enfermedad y resurreccción, ya venía más poeta; es como si la vida la hubiese puesto a prueba para que aprendiese a cantar desde lo más profundo. Y por eso, le digo a sus lectores, tómense el trago amargo de la primera parte Éxodo hacia la fe, porque el renacimiento esperado será para todos, un canto de esperanza como resultado de la lucha, un poema de amor, una pletórica fuerza sensual que viene entre la naturaleza y el asfalto de una ciudad que inventamos, cada día, los poetas para cantar nuestra fe en el ser humano y en la vida. Ya casi desde el principio su sello de original testimonio rebasa el dolor para ir a la respuesta intuitiva que la acompañará en su periplo: “Mi cuerpo es una lucha a muerte / en el transcurso del alba”. (Insuficiente). Poema que luego agrega este pasaje de belleza plástica y emotiva: “No fue suficiente / llenar el camino de ofrendas del polen, / ni soliviantar los deseos en la polvareda / o rozar el lastre transgresor de los aullidos / ocultos en la espesura del liquen”.
Y en medio de esa lucha a muerte, la idea de vivir otro tiempo, sensación de la anestesia, como procedimiento médico que nos prepara para ser intervenidos; el kairos de los griegos que se puede rozar con la eternidad: “y es que camino despacio / entre el celeste y el gris / para acostarme en un lugar casi azul, / donde no existe el tiempo”. (Anestesia).
Y así, referentes bíblicos y culteranos (fáciles de acceder para la mente del lector) se mezclan con su ansia de vida en medio de un nuevo paisaje de desolación: “mi fe que no llega a ser grano de mostaza”.(convicción) Y esta otra sentencia de la mejor poesía, donde el coloquio se entrevera con el símbolo existencial: “Atravieso una metamorfosis a lo Sábato, / que los demás parecen no entender / en el túnel impreciso hacia la nada,...” (Realidad del aire) Y del mismo poema, esta contundente e intuitiva sensación: “mi intimidad es un correlato del silencio”. Y antes, la realidad sin embargo rebasa el lenguaje, porque es necesario decirse, y solo existe la poesía para traspasar lo que se dice: “represento al enfermo / y administro secuelas abundantes / y pequeños cambios / perceptibles solo en mi desván cotidiano, / plagada de horarios para los medicamentos...”
El lenguaje tiene muchas caras pero la vida está en riesgo y la mujer solo tiene la entereza de seguir, de ser sí misma, autoreafirmación: “Rebelde y suicida / enfrento pérdidas reales y simbólicas / en este cuerpo de erosiones, /ante la ruptura de lo que fui / para emerger como una nueva licántropa / en tu sed de designios y de abrazos”. (Fragmentos del cuerpo)
La pretensión de amor como respuesta de la otredad ha de encontrar entonces su camino, será que solo eso nos salva, en medio de tanta incierta postración, porque los poemas viajan por la enfermedad, los medicamentos, los efectos secundarios pero el amor, sea reclamo o dádiva, solo puede reivindicar al ser humano: “Maligno grifo de este amor que no se cierra / y desperdiciado e inconsciente, / inagotablemente confundido / de ilusiones locas y de espera / corre sin fin / desbordando sueños insomnes...”(De linfas y drenuendes).
Y el componente del pecado que nos inculcaron, no puede ahogar la fe de volver a la vida para prodigarse mañana como en el pretérito: “Absuelta de mi pecado en tu piel / me perdono / y acepto que también mi piel / es el pergamino grabado del pretérito, / y que uno de sus bordes / aún está en blanco” .(Redención del tacto)
Y en el viaje se enumeran los días, como los presidiarios anotando en los muros: “desprovisto del Getsemaní sucesivo y prolongado, / de estos mil ochocientos veinticinco días / en los que solo esperas terminar “de alta”.”
Y encontramos aún ludismo e ironía, cuando se traslapan los efectos con los defectos secundarios, en esa pretensión de que el amor sobreviva, para poner solo un ejemplo, y es que somos eso y todos los sentidos y sentimientos cruzándonos, y el poeta la voz que puede cantar esos silencios.
Así arribamos a la II PARTE, EL MANÁ DEL ALMA.
En estos poemas se inicia entonces la Migración a la esperanza, y ante la biopsia con noticias nuevas, la poeta adviene de nuevo al símbolo del grano de mostaza, no sin antes cantar así: “Cada día me levanto nómada / colmada de inquietud / con mis huellas peregrinas de sol, / hambrienta de belleza,...” (Migración)
Y viene entonces su confesión, uno de los poemas maravillosos de este poemario, porque la enfermedad ha provocado soledades, quizá y el alma está de nuevo preparada para el vuelo y la entrega:
“mientras divago por esta eternidad
de hambre lesionada
con el sexo sin ignorar tu ausencia
y sus huellas esparcidas en la brisa...
...exiliada de un amor que no es tan mío,
indolente e infinito en la vivencia paralela
de latitudes trastocadas...
.....................................
Emerjo desde la gravidez
insensata de las horas,
me extiendo desde el rosa de mis entrañas,
heridas de soledad,
hasta el trigueño sabor de tus llanuras
y así voy forjando este camino
a mil besos de distancia.
Agrieto el segundero, oxidado y triste,
dádiva del tiempo, verdugo de la aurora,
alucino los instantes para la inocencia,
y juntos desnudamos al azar
lo que ya sospechaban nuestros tactos...” (Confieso)
Y luego de esos extractos, les pido que sigan el viaje en la intimidad de la poeta, que aprendió a decirse desde el dolor, para renacer con más brío a cantar su Carpe Diem, ese amor a la vida para el que vino, y celebremos juntos sus palabras.
Y viva que ya podemos cantar con ella sus exquisitos versos de erotismo, transidos de esperanza: “Precognición hecha realidad: / tú, llamando a mi puerta sin previo aviso, / el saludo salvaje de tu lengua”. ( )
Acompañemos a Marianella Sáenz a degustar también las mieles, su té de canelas, sus caminos al cuerpo y al alma del encuentro amoroso: “Proclive al gusto por tu cuerpo / me abandono a la paz de los confesos /y me lleno de estelas y celajes...
Este libro lo merecemos quienes hemos dado en la vida el amor, incluso ante las señales más oscuras del camino.
Ronald Bonilla
Premio Magón de Cultura 2015
Comentario
Buena reseña. Un lujo leerte, Ronald. Gracias
Vilma Lilia
!Bella y clara exposición del libro de Marianella Sáinz, Ronald!
Graias, Lily Mary por dejar tan linda huella, abrazos
Y encontramos aún ludismo e ironía, cuando se traslapan los efectos con los defectos secundarios, en esa pretensión de que el amor sobreviva, para poner solo un ejemplo, y es que somos eso y todos los sentidos y sentimientos cruzándonos, y el poeta la voz que puede cantar esos silencios.
Buena reseña
Excelente
Gracias
mary
mru
Gracias, Elia, por el destacado y tus bellas palabras, Marianela ha seguido su carrera literaria cn un poemario en la Colección Líneas vivas del Círculo de poetas Costarrienses y otro en la Editorial Torremozas de España, abrazos
Fabulosa disertación. Apostar por la vida y en una pulseada con la muerte ganarse el derecho de seguir en este mundo de tantos desafíos; seguir amando y ser amada, disfrutar del aire, de las flores, la música y derramar poesía ¡es realmente maravilloso!
Agradecida contigo, Ronald, por haber compartido este evento con OME, deseo que siga Marianella este camino de reivindicaciones vitales y literarias y tú trayéndonos prólogos, disertaciones y tus poemas.
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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