Trabaja la tierra
Nunca tuvo paz
En toda su vida
No ha tenido sueños
Cree sólo en lo posible
Sus instintos consideran a la vida y a la muerte
Le cuenta historias a su mujer
Para recordar cómo se ve ante los demás –
Sus ojos ahora están vacíos
Sus tripas heladas
Sus olivos fueron arrancados de raíz.
Y luego con una sonrisa dice:
Me encantaría saber los nombres
De los que van a recoger las aceitunas
En nuestra tierra el próximo octubre…
¿De qué árboles?, pregunta ella.
Sólo de aquel que está naciendo.
Los Olivos sean del vecino o de mi Padre
son siempre frespetables y queridos; y cuidados
por tanto, pues su esencia es lo que produce
para todos sin premisa alguna de propiedad.
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