TOLUCA, MUCHA BORUCA

[Benjamín Adolfo Araujo Mondragón]

TOLUCA,

MUCHA BORUCA

Toluca mi solar nativo,

eres fría como una tarde invernal

en los portales:

nadie saluda a nadie

aunque se conozcan desde antaño.

Fría, pero muy atenta

al paso de los visitantes,

ciudad de paso,

camino a la capital.

Has perdido tu personalidad pueblerina

y ahora ya no tienes sonrisas

ni reclamos que ofrecer,

solo recepción de más y más

visitantes, pues de eso

vives y portas no obstante

con orgullo tu pasado bicentenario

pese a que en tu plaza central,

La Plaza de los Mártires,

centenares de indígenas

aportaron su vida para

darte la independencia

y todavía tus pobladores

buscan en sus albumes

familiares antecedentes hispanos

para presumir de un orígen ajeno

o mentiroso;

pero así, y todo, quiero a mi

ciudad, la ciudad donde nací,

crecí, me desarrollé y vi

crecer enormidades a mi villa

de 60 mil habitantes apenas

a una polvorienta ciudad

con problemas de contaminación

casi insoportables.

Amo mi ciudad,

pese a todo,

porque es una ciudad fría,

a veces helada,

montaña saludable,

ajena a estropicios o enfermedades

capaz de hacerse de vicios

de metrópoli.

Pero ¡impidámoslo!

Somos buenos anfitriones

pese a que no demostremos

que nos queremos aquí,

así es mi Toluca,

la de mucha boruca y mucho

toque de campanas...

[Benjamín Adolfo Araujo Mondragón]

¡Mil gracias estimado Críspulo; buenaventura!