Poesía es la palabra; y la palabra vida;
miremos con cuidado lo que decimos
hablamos y pensamos; dejemos que nos
llegue una voz desde el viento como letanía
y dejemos que implore a tientas esa musa
que tiembla, llora y sueña y que grita
y que ríe y que acude a la nada
y que llena el vacío, pero que impide
ser lejanía hipócrita, voz falsa o hueco
eco, eco, eco, eco, eco, eco…
Benjamín Araujo.
Una literatura, es decir, una obra literaria se crea a partir de vivencia y lenguaje. Elementos indispensables, afirmo, lógicamente, dependen uno del otro. El cúmulo de entramado depende del escritor, de su precisión y laboriosidad. En el caso de un poeta, la labor es gramatical, semántica, para adentrarse en la esfera filosófica del pensamiento. ¿Cómo se logra semejante hazaña? Existe un vehículo único, mágico, institución humana: La Palabra, con su definición e indefinición, con su carga de significado certero, la palabra deambula buscando al poeta. Desde tiempos presocráticos, la sustancia, su acción y su relación se han escondido en las palabras a manera de nombres, verbos, artículos, conjunciones y demás tipologías.
Delimitar Palabra es el objetivo, cercarla en su posición habitual, sobre el espacio escrito de una página blanca. Entonces apareció el habla popular que todo lo rige, documento de lengua que combate la exclusividad del purista y que llevó a la lingüística moderna a definir a la palabra como un trozo de sonoridad que fluye concatenada entre otros segmentos igualmente sonoros.
Muy bien, hasta aquí. En Palabra, el libro más reciente de Benjamín Araujo Mondragón, que en esta ocasión nos ocupa, están todas las palabras, las que su autor ha ido acumulando, preciando, de todo tipo, sólidas, etéreas, rígidas. Combinadas logran un sello distintivo con acentos, alargamientos de frase, combinaciones de sonidos, armonía vocálica.
Además no aparecen de manera homogénea, existen palabras plenas y palabras formas (retomo esto de un curso de lingüística), es un acierto basarse en el contexto, ya que éste determina la palabra, siempre de acuerdo con el gran Saussure, la palabra es un ente que no plantea dudas a los hablantes sea cual sea su nivel cultural.
Nuestro autor, maneja ambas estructuras, la literal que lleva a un amplio funcionamiento comunicativo y la estructura figurada, la que tanto preocupa a los expertos, la bien o malograda metáfora, la evocación poética, cuando las palabras creativamente, derivan en otros significados. También dentro de la estructura figurada encontramos estructuras pluriverbales, fraseología proveniente de la sabiduría popular.
Del poeta al lector hay presuposiciones, mensajes lanzados para que éste los atrape. Sin embargo se respeta la escritura en un marco formal, a pesar de las creaciones lúdicas inusuales, intrínsecas, el autor utiliza palabras procedentes de diversos ámbitos, incomprensibles para alguien que carece de la experiencia, pero que puede tenerla a partir de su representación poética. Así, propone sus poemas escritos para poder hablarlos, con aptitud oratoria, con su firma da fe y probidad en testimonio. La Palabra se usa como promesa u oferta, turno para hablar, dicho, razón, sentencia, parábola, timbre de la voz. Forma de los sacramentos garantía de lo que se afirma.
Pero, esencialmente, la palabra llama a alguien a un diálogo, a un escucharse. Esta es la propuesta de nuestro autor, un poemario con las buenas palabras, con expresiones corteses, dichas con intención, que agradan y convencen. Las medias palabras no se pronuncian enteramente, se insinúan, por alguna razón están veladas. Se convierten en palabras claves, contraseñas. Está también la Palabra de Dios en una liturgia adoctrinadora, la palabra de honor, la de amor, por la cual quedan moralmente obligados a su cumplimiento quienes la dan y luego la olvidan.
Nos otorga Benjamín Araujo, su Palabra de Rey, palabra gruesa y mágica, regularmente extraña, a veces de significación capciosa, como la usan los magos, palabra que puede a veces, por cansancio, volverse ociosa, sin fin determinado, un pasatiempo para inteligentes, palabras cruzadas como un crucigrama.
En ocasiones su Palabra puede tocar los bordes de lo injurioso o sensible. palabra picante, preñada con más sentidos de los que manifiesta y se deja su interpretación a quien la oye. Palabras al aire. Pero nunca palabras insustanciales. Eso sí, palabras de buena crianza llenas de cortesía que acompañan palabras a la familia, palabras de la esperanza y del duelo. Todo para conformar un oráculo para los consultantes, enseñanzas disfrazadas en versos, una santa palabra, dicho que complace, hasta la última palabra, definitiva e inalterable.
Bajo su Palabra, se beben las palabras, se cogen, se comen, se valen de ellas unas a otras para hacerse escuchar y servir al poema con esmero, con sumo cuidado. Él lo sabe, que el lenguaje escrito tiene que ser preciso y precioso, fruto de la maduración del tiempo intento de perfección destinado a perdurar.
Nota: Palabra no será más inédito, fue presentado en la Sala Alejandro Ariceaga del Centro Toluqueño de Escritores en una íntima y emotiva lectura de los textos que conforman el poemario en las voces y comentarios de Blanca Aurora Mondragón, Yos Velázquez y Martha Lujano Valenzuela.
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