TERCERA CAÍDA
Mi penúltima caída fue en el caño,
atado al cordón que el perrito tiraba
y jaloneaba.
Me juntó el obrero de la construcción del frente.
Me juntó como a un trapo devastado,
anciano sin anteojos.
Mi primera caída fue a los once,
bajé del autobús y el violín cayó en el mismo caño
de mi infancia, su tapa se abrió
y se mojó su música inservible.
Me dolieron los violines que ahora mi padre
dejó a la venta ante su muerte inhóspita.
No, quizá fue hospitalaria.
Mi tercera caída fue tuya en las gradas.
Tal como en el primer poema de este fajo,
con la copa de vino, el vino incólume,
y su base desprendida.
Me dolieron tus rodillas.
Ahora caeré en el pozo sin fondo del submundo,
no importa que celebren los poetas
un festival sin abrazos.
El ascenso está cerca y no tiene recompensas.
Nunca supe meditar – dijiste-
te dormís.
La penúltima caída fue en tus brazos.
Aún sigo cayendo y no quiero levantarme.
De un nuevo libro inédito
Derechos de autor reservados por ley
Comentario
Gracias, Críspulo, por tu bello mensaje, abrazos
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