En la Semana Mayor, la fe palpita,
con días santos que marcan el tiempo,
el Domingo de Ramos, con su aliento,
inicia el camino donde el alma grita.
El Triduo Pascual, en su recita,
con Jueves, Viernes, Sábado, el lamento,
la pasión, la muerte, el firmamento,
hasta el Domingo, donde la luz invita.
La reflexión, en oración bendita,
nos lleva al corazón, a su tormento,
y en la meditación, el alma se quita.
Procesiones y actos, en monumento,
recrean la pasión, la vida escrita,
en un ritual de amor y arrepentimiento.
En la Semana Santa, tiempo sagrado,
donde la fe se eleva con fervor,
cada día un nuevo paso es labrado,
en el sendero hacia el divino amor.
Domingo de Ramos, día anhelado,
con palmas y hosannas al Señor,
es la entrada triunfal, el camino trazado,
para el sacrificio y el redentor.
Jueves Santo, el pan y el vino compartido,
en la última cena, el amor revelado,
y en el lavatorio, el servicio es elegido.
Viernes Santo, la cruz, el sacrificio amado,
la muerte redentora, el pecado vencido,
en la espera del Domingo, el triunfo anunciado.
Comentario
Lo esencial es recordar la muerte y resurreción de CRISTO
Muy bueno!
mary
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