Un río que se disfrace de cometa y lleve niños
en el lomo.
Carlos Villalobos.
Quizá este río invisible que nos pasa cerca
ya no miente a los niños ni abre las compuertas
del infierno,
es solo un camino apacible donde el agua
entre las piedras canta
con su brisa de niebla entre los árboles.
Quizá este río del silencio siga siendo débil
pero ya no asusta en las madrugadas
ni incita al suicidio de los hombres solos.
Es ahora un camino de luz amortiguada
que puede pacer como las vacas
a quinientos metros de mi casa
y lejos de andar como el sonámbulo de antaño
ahora sí es un poeta con niños de la mano
que van a la escuela.
Y esos paralelos, el río y la ahuecada carretera
nos señalaron el camino de un retiro
para quizá repetir las historias del loco y del borracho
sin moler a palos la risa de los que se sientan perdidos.
De un nuevo libro inédito.
Derechos de autor protegidos por ley
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