Serie: PUEBLO CHICO, INFIERNO GRANDE
Infierno inspirador: Pueblo Rico
Provincia, Estado o Departamento: Risaralda (Colombia)
Pueblo Rico es uno de esos pueblos que la gente llama de las dos mentiras. En este caso concreto, los lugareños solían decir que ni era pueblo ni era rico.
Y pese a ser un pueblo lindo y con mucha belleza natural en su zona rural, te aburrís a las horas de estar allí. Aunque por él pasan montones de viajeros todos los días por estar en la vía que comunica al Chocó con el Eje Cafetero, no llegan muchos turistas y lo confunden con otros pueblos que tienen el mismo nombre.
Allí conocí a Pocho, un policía bonachón y querendón que adoraban en el pueblo y que con su nadadito de perro, rompía más corazones que los machos alfa que tenían todo lo que él nunca tuvo: cuerpo esbelto, una finca y un carro levantachimbas.
Intenté por todos los medios averiguar su nombre real, pero nadie me lo confirmó. Ni siquiera él, que me dijo en tono muy cordial pero muy definitivo:
Sospecho que se llamaba Alfonso, aunque algunos me decían que era Pablo. Y empezaron a decirle así porque su madre, aún viéndolo ya tan grandote, no le hablaba en español sino en bebeñol y le decía “tan lindo mi Pocho, Popocho!”, que es una palabra extraña que usan para definir a los gorditos tragones, adorables y pellizcables. Lo de polocho le vino porque así denominan en los pueblos paisas a los policías desde hace mucho tiempo.
En aquel entonces no pasaba mucho en ese pueblo cruce de caminos, donde Pocho solamente desenfundaba su pistola para asustar a los indígenas cuando se emborrachan y se ponían el pueblo de ruana.
Luego la situación de orden público se complicó, pero a él nunca lo mandaron para la zona rural porque allá estaba la guerrilla y sus jefes sabían que él era carne de cañón y fácilmente secuestrable o abatible. Para no herir su orgullo de policía le decían que la guerrilla nunca se iba a encartar con él porque no les alcanzaba el presupuesto para alimentarlo con todo lo que comía.
Él se reía a carcajadas cuando se lo decían, pero sospecho que se sentía diezmado al ver que todos sus compañeros iban al monte y combatían como hombres recios, dejándolo a él como el muñeco tierno del almacén.
Su físico era notorio entre los demás policías. Era alto y gordote, con barriga como de embarazo de trillizos, lampiño y cacheticolorado, entalegado dentro de un uniforme que te ponía a hacer fuerza porque los botones parecían a punto de reventar y volar por los aires. Caminaba lento pero firme, haciendo sonar sus botas perfectamente lustradas y piropeando a toda mujer buenona que pasaba cerca.
Nunca se casó, pero tenía una vida sexual más activa que la del cura, el alcalde y el rector del colegio juntos. Las mujeres lo encontraban irresistible por su ternura y por su verborrea y porque era tan detallista que notaba cada vez que alguna estrenaba algo o se hacía algo distinto en su pelo.
Hablaba de sus aventuras amorosas y policiacas como si hubieran ocurrido ayer, con tanto detalle y tantos adjetivos que te hacía perder entre significado y significante. Cuando narraba sus encuentros con las damiselas de moral flexible que según él abundaban en el pueblo y en los pueblos vecinos, recordaba hasta la ropa interior y los lunares.
Mientras hablaba conmigo su radio sonaba constantemente y utilzaba códigos que creía que yo no entendía y daba la impresión que buscaba proyectar una imagen de polocho super listo, como de película gringa, pero en vez de donas, Pocho se mandaba varios pandequesos que pasaba con un pintadito. Me angustiaba pensar que se atragantara con tantos sólidos y tan poco líquido.
Escasamente me dejaba hablar o preguntarle algo. Porque cada vez que yo lo hacía, él se explayaba en sus respuestas durante veinte minutos o más sin cortarse. Yo me preguntaba qué pasaría si la guerrilla decidía invadir el pueblo. Quién carajos iba a protegernos? Alguien tan popocho que no imaginaba capaz ni de matar un zancudo?
Su apodo me sonaba como a esos juegos que hacíamos de niños en los que apostábamos a hacer una narración larga en la que todas las palabras empezaran con la letra P.
Me hizo un completo tour por el pueblo al tiempo que me detallaba cada casa, cada familia importante, cada pecado del que se sentía depositario como cura en confesión. Por eso ningún marido cornudo se atrevía a hacerle reclamos, porque él conocía sus deslices y hasta sus pequeños crímenes de pueblerinos contentones.
Hasta llegó a sugerirme temas para mis crónicas y decirme que si pasaba por lo menos una semana en el pueblo, escribiría la novela más oscura de la historia y me taparía de plata. Y justo cuando empezaba a insinuarme líneas temáticas, nos interrumpió de nuevo el radio, esta vez con un llamado de su jefe a volver a la estación de policía. No sabía si lamentarlo o agradecerlo, pues hablaba tanto que el radio era lo único que lograba callarlo y prestar atención a lo que otros decían.
Cuando me despedí me hizo prometer que volvería para que planeáramos la novela que nos sacaría de pobres. Se alejó caminando un tanto apurado y pasó por la imponente iglesia del pueblo santiguándose para que Chuchito lo protegería de todo mal y peligro. Nunca volví, pero como personaje me resultó inolvidable por su autenticidad y por su alegría para sobrevivir el acoso y las bromas constantes de su jefe y de sus compañeros. Pocho resultó ser muy melcocho.
© 2018, Malcolm Peñaranda.
Glosario de Paisismos
Parce: amigo
Levantachimbas: camioneta SUV o carro deportivo que atrae mujeres muy bonitas.
Pintadito: café servido en taza pequeña con una nube de leche que apenas lo “pinta” un poco.
Ponerse un lugar de ruana: hacer un desorden monumental, desobedecer el orden establecido por las autoridades o por la moral de sus habitantes.
Chuchito: forma coloquial en la que los pueblerinos llamas a Jesús.
Melcocho: dulce, adorable.
Comentario
Muy buena narrativa me gusto
Gracias
mary
Y de verdad que eres genial y talentoso.
Nos involucras en tus relatos y nos conectas con la realidad que quieres contarnos a través de las imágenes tan magistralmente utilizadas.
Gracias por tu compartir y por hacernos partícipes de tus historias tan bien narradas.
Felicidades.
Relato muy interesante.
Gracias por compartirlo.
Il me plait beaucoup que tu me lis, cher Mercedes Dembo Barcessat !
Gracias por leerme, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón
Agradezco tus amables comentarios y el haber encontrado un lector tan receptivo como vos, cuauhtémoc molina monroy !
¡Narrativa rica en imágenes, Malcolm!
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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