Que la pluma no haga siesta,
que su boca azul
siempre esté despierta.
Que alegre los días nublados,
que no se siente en la piedra de los vagos.
Que su canto
sea libertario y justo,
con aromas de picaflor amoroso.
Que la pluma no descanse,
hay en el mundo
muchos cristales rotos.
Que deleite con el lirio y la rosa
que su alfombra sea deliciosa.
Que sus sandalias no se queden en la tierra,
que vuele al cielo, hasta las estrellas.
Que su tul no se contamine
con ideologías perniciosas,
que fomente la paz con sus rosas.
Que sus pinceles
integren los colores del mundo,
que su bocina fomente unidad
con aliento rotundo.
Que no duerma en su laurel,
hay trabajo en la tierra a granel.
La pluma del poeta
como centinela,
siempre esté despierta,
de peligros y males nos advierta.
Es la pluma sagrada
de musa inspirada,
de laureles de paz y amor
coronada,
es la pluma del vate comprometido,
del poeta que rema
en todos los modos y sentidos.
Autora Edith Elvira Colqui Rojas Perú Derechos reservados
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