PIEDRA LLOVIDA
En las profundidades ignotas
de esta afilada arista caen a
zarpazos una extraña lluvia;
extiende su manto gris
y descompasado.
Como ciegas
luciérnagas perdidas
en el túmulo de ariscas
piedras, casi a tientas tambaleantes
me pierdo junto al sordo crujido de su rodar.
Así, como mendrugo negado y lejano
esta tupida lágrima cae y cae
posiblemente desgarrando
un dolor escondido
entre pupilas.
Sorteando ágiles
momentos de hondo meditar
se humedecen las mejillas rosas
que tanta añoranza despierta cuando
más lejana la mirada se pierde en remota queja.
Ahora copiosa el agua, desgarrada y letal
lava a sorbos la epidermis
de la piedra solitaria que
de tanta soledad, a su
naturaleza, renunció.
Orlando Ordóñez Santos
Comentario
muy bello Orlando
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