Este mundo se cae a pedazos. Cada mañana, al despertarme, intento sentirme optimista; pero conforme va pasando el ciclo de veinticuatro horas, me doy cuenta que todo se destruye.
Pasan los instantes, las horas y los días. Transcurren semanas y meses. Entonces observamos atónitos que diciembre llega con sus llagas: más de trecientos días van enterrándose en la fosa común: la vida.
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